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miércoles, 18 de mayo de 2011

La pendiente resbaladiza de la maldad

Un programa de "Redes" sumamente interesante dónde nos hace pensar en la naturaleza de la maldad.
¿Sabemos de qué seríamos capaces en una situación extrema a la que nunca nos hubiéramos enfrentado? ¿Somos realmente quienes creemos que somos? Eduard Punset habla con Philip Zimbardo, psicólogo de la Universidad de Stanford y autor del famoso y macabro experimento de la prisión de Stanford, realizado en los años 70 para estudiar la reacción de unas cuantas personas recluidas en un lugar hostil y sometidas a duras circunstancias.
También os dejo la transcripción de la voz del narrador  y el link de la entrevista completa.
“Cada uno de nosotros tiene tres posibilidades. ser pasivo y no hacer nada, ser malvado o convertirse en un héroe.
Philip Zimbardo
NARRADOR
¿Sabemos de que seríamos capaces en una situación extrema a la que nunca nos hubiéramos enfrentado?. ¿Somos realmente quién creemos que somos?. Hace más de treinta años el psicólogo Philip Zimbardo quiso ver qué sucedía si se colocaba a gente buena en un lugar malvado. El experimento de la prisión de Stanford se le fue de las manos y tuvo que ser interrumpido a los pocos días de empezar, sin embargo bastó para ser mundialmente famoso y para demostrar lo mucho que el entorno puede cambiar a las personas. Hoy el propio Zimbardo le cuenta a Eduardo Punset como se desarrolló el cruel experimento y que conclusiones se extrajeron de la naturaleza humana.
PUNSET
Philip Zimbardo es un psicólogo muy reconocido de la Universidad de Stanford y hace más de treinta años se hizo famoso por un experimento  muy raro, era un experimento en el que intentaba medir la influencia del entorno, del ambiente sobre el carácter interno de una persona, sobre la conducta y la verdad es que  lanzó el experimento en los sótanos  de la propia Universidad en la que unos estudiantes desempeñaban un papel, creo que de guardianes y los otros desempeñaban el papel de prisioneros. Y la verdad es que esto que él había previsto para varías semanas de experimento para ver que sucedía con la convivencia de estos dos tipos de personas, a los cinco o seis días  aquello se había convertido en un escenario cruel en el que la gente se estaba insultando y poco menos que apuñalando, hasta tal punto que su compañera sentimental y ayudante tuvo que venir  y decirle que parara el experimento de alguna manera y fue aquí cuando él mismo se dio cuenta de que se estaba volviendo perverso.
NARRADOR
Si ni Lucifer, el ángel favorito de Dios pudo evitar caer en las garras del mal ¿qué será de nosotros, simples mortales?. Es inquietante que a veces personas normales de naturaleza buena se transformen en verdaderos demonios capaces de infringir las más horripilantes torturas y muertes a sus congéneres. La semilla del mal se desarrolla a nivel psicológico cada vez que asumimos, sin sopesarlo una autoridad abusiva, cuando caemos en el beneplácito de la pasividad ante la injusticia y la violencia, o cuando agredimos a otro para ser aceptados en un grupo. En cualquier caza de brujas caemos en esos horribles extremos al deshumanizar al otro, al de otra raza, al de otra religión, al de otro sexo, al diferente. Los prejuicios sobre los demás están llenos de términos abusivos y denigrantes. Las dramáticas imágenes del enemigo que promueven la propaganda estratégicamente utilizada dejan su huella emotiva de miedo y odio en el sistema límbico de los hombres, propaganda que conduce a la inmersión total en la mente de la masa predadora, mientras el otro se percibe como el enemigo que merece ser maltratado, torturado o muerto. Son infinitos los tormentos que el ser humano ha infligido a otros seres humanos. Nada de lo que sentirnos orgullosos y sin embargo lo seguimos repitiendo en distintas formas de horrores injustificablemente justificados. Quizás sea bueno ser conscientes que la fuerza del verbo corrupto del insulto y la vejación se esconde incluso tras cada cotilleo o comentario malsano hacia los demás, y hacen falta, como decía el psicólogo Richard Wiseman, cinco buenos gestos para contrarrestar el dolor de cada una de nuestras críticas o insultos.
NARRADOR
A los héroes reales ni les salen rayos por los ojos ni tienen superpoderes. Los héroes ordinarios son gente corriente como tu o como yo, lo único que les distingue es su coraje, compasión, dignidad e integridad cuando se ven confrontados por una situación injusta, abusiva o crudamente criminal. Entonces son activos y creen verdaderamente en su propio sentido de lo que está bien y es correcto, lo creen hasta el punto de sacrificarlo todo, de arriesgar la vida si hace falta o su posición, su carrera o la aceptación de los demás. No son egocéntricos son sociocéntricos. El sendero del héroe está plagado de innumerables pruebas , las más duras, ....superar sus temores y miedos cuando se enfrentan con la masa porqué esta se mueve por miedo, inercia y obediencia ciega, y es que la autoridad no es necesariamente sinónimo de sabiduría... no lo olvidemos. Sin embargo el del héroe no es un mero acto de rebeldía, su reacción al ayudar a alguien va unida a un profundo sentido de la responsabilidad, no busca el interés, que lo compensen, ensalcen o hablen de él, para estas personas su acción  no es más que el resultado de lo que es lógico y normal, es sencillamente lo que todos deberían hacer. Al final del camino la ganancia  del héroe es haber recuperado su alma, haberse convertido en un auténtico individuo. Recuerda que tu también llevas un héroe dentro, esperando salir, si alguna vez es necesario.
PUNSET
Cuando al ser humano lo ponemos en un medio, en un entorno autoritario, despótico, en una institución que rige a sus súbditos  de una manera cruel, la mejor persona del mundo se puede convertir en un simple asesino.
“Los héroes son personas que actúan cuando la mayor parte de la gente no hace nada”
Philip Zimbardo

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