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jueves, 13 de octubre de 2011

Es más fácil obtener lo que se desea con una sonrisa que con la punta de la espada. William Shakespeare

El poder de una sonrisa



Hace algunas semanas me topé con esta historia que aparece en "It´s not about money. Unlock your money type to achieve spiritual and financial abundance":
Había una vez un desalentado hombre de pie al lado de una carretera. Una mujer que pasaba por ahí sintió simpatía por él y le dedicó una sonrisa. El hombre, animado por esa inesperada sonrisa decidió entonces escribirle una carta a un viejo amigo con el que hacía mucho tiempo que no hablaba. El amigo se emocionó tanto al recibir la carta que le dio 10 euros a un mendigo que se encontró por la calle.
Ese mismo día, un poco más tarde, el mendigo encontró un cachorro abandonado tiritando en un callejón, usó el dinero para comprarle comida y se lo llevó con él para entrar los dos en calor frente a una fogata. El perrito siguió al mendigo y al caer la noche llegaron frente a una casa con un amplio porche. Pidieron permiso para pasar la noche a la familia que allí vivía porque se avecinaba una tormenta. La familia estuvo de acuerdo y se fueron todos a dormir. De madrugada unos incesantes ladridos del cachorro despertaron a todos. Al buscar la causa de los ladridos se dieron cuenta de que la casa estaba en llamas justo al lado de la habitación del más pequeño de la familia. Fueron capaces de salvar al niño justo a tiempo que creció hasta convertirse en un famoso médico que descubrió un tratamiento para la malaria y acabó salvando millones de vidas. Y todo esto comenzó con una simple sonrisa.

Lo decía José Luis Cortes: “A veces sonreír es la mejor forma de contribuir a cambiar el mundo”. Relato esta historia porque hace ya algunos años un profesional del ámbito de los Recursos Humanos me explicaba que la estrategia básica que una gran empresa del sector de la distribución enseñaba a sus vendedores se resumía en la técnica SBAG (m); esto es:  S (Sonreír); B (Buenos Días); A (Adiós); G (Gracias); m (mirada). 
Hoy sólo me quiero detener en la primera de estas variables: la sonrisa. Pilar Jericó, miembro del Top Ten Management Spain y recientemente premiada con el Manager Forum Speaker 2009, hace cerca de un año publicaba en su web (www.pilarjerico.com) un excelente post con el título: “Sonría, por favor”. Allí escribía: 
¿Qué tienen en común un policía que le para por exceso de velocidad, un guardia de seguridad de un campo de fútbol o un portero de discoteca al que no le gusta la ropa que Ud. lleva? Seguro que se le ocurren varias, pero una de las más probables es la de que ninguno sonríe. La ausencia de sonrisa es una de las mejores maneras para distanciarse emocionalmente y ejercer la autoridad, tantas veces anhelada por los cuerpos de seguridad o por los gorilas de discoteca.
Sonreímos para agradar más que para exteriorizar nuestra felicidad. Esa fue la conclusión del estudio realizado por Kraut y Johnston, observando a personas que sonreían mientras jugaban al boliche, veían un partido de hockey o caminaban por el centro de la ciudad. Curiosamente y en términos generales, las personas sonrieron más cuando se involucraban en interacciones sociales que cuando experimentaban alegría. Los etólogos habían llegado a la misma conclusión. Los chimpancés usan la sonrisa voluntaria para desviar el comportamiento hostil del jefe dominante y para hacerse amigos de otros monos o humanos. Los psicólogos lo confirmaron además observando a los niños: Éstos prefieren acercarse a los extraños que les sonríen.
Y continuaba:
Si la sonrisa es un saludo universal cuya finalidad es la de agradar, la de su ausencia es atemorizar o generar distancias y si no, piense en los policías y en su frío saludo cuando le piden la documentación. De pequeños, la sonrisa de nuestros padres nos va dando seguridad en lo que hacemos. De adultos cuando nos equivocamos o nos avergonzamos socialmente porque hemos dicho algo incorrecto en plena exposición en público, solemos sonreír para rebajar el impacto de nuestro error. Y el hecho de que nos devuelvan la sonrisa, es un refuerzo positivo que necesitamos, en especial cuando alguien tiene poder sobre nosotros. Una forma de elevar abismos entre los empleados consiste en no sonreírles al verlos o al solicitarles alguna tarea. Si desea generar miedo entre su gente, ya conoce la primera regla: No sonría".
Recuerdo que un directivo de un club de fútbol me confesaba que el equipo de asesores de imagen del futbolista inglés David Beckham le había pedido que cuando entrase en un lugar público con más gente, lo hiciese con una sonrisa. Fíjense y verán que siempre lo hace. Eso crea un clima de confianza que genera cercanía; y cuando la  cercanía es mayor los vínculos emocionales también son más fuertes, lo que da lugar a un contexto de comunicación más positivo y agradable (y la comunicación lo es todo) que predispone a un mejor entendimiento entre las partes y facilita que las relaciones fluyan.
También Francisco Belil, Consejero Delegado de Siemens y CEO de la Región Suroeste de Europa del Grupo, nos comentaba en estas mismas páginas cómo cuando fue destinado como expatriado a trabajar a Pittsburgh (USA), a menudo, de regreso a casa paraba a cenar en el mismo restaurante. Una noche, el dueño del local se les acercó para agradecerles la confianza depositada en el restaurante. Belil entonces aprovecho para preguntarle el secreto del exquisito trato con el que el personal atendía a los clientes:
– ¿Qué hace Vd. para contratar estos camareros y que atiendan con tanta amabilidad y servicio?
La respuesta del encargado fue contundente:
– Yo no contrato camareros... contrato gente que sonría y luego les enseño a hacer las mesas.
Para quienes les guste el séptimo arte, en la película “El hijo de la novia“ (2001) de Juan José Campanella, hay una escena (entre los minutos 39 y 43) que refleja muy bien el valor que aporta una sonrisa natural en la atención y servicio al cliente. Cuando el protagonista de la cinta, Rafael (Ricardo Darín), se está pensando seriamente vender el restaurante familiar a la multinacional Marchiolli Internazionale, su padre, Nico Belvedere (Héctor Alterio), le explica a su primogénito cómo gestionaban el local él y su mujer (Norma Aleandro): 
– Este restaurante lo empecé con Norma. Yo cocinaba y ella atendía, era una cuestión de dos. Me acuerdo que siempre discutíamos por qué venía la gente. Ella decía que por la cocina y yo decía que por su atención. Es que Norma era una cosa... Ella sí que era la especialidad de la casa. Con esa sonrisa que tenía, ¡qué cartel luminoso! Imagínate, entraba la gente y se encontraba con esa pintura. Y ahí aparecía la Norma verdadera, más alegre, más luminosa. Y claro el cliente pasaba y creía que había entrado en el paraíso. Entonces ella pedía que la siguieran que les iba a llevar a la mejor mesa, y todos se lo creían, porque si ella te llevaba era la mejor mesa. Te hacía sentir como si fueses el único. Nos reíamos porque cada vez que iba a la cocina, todos, mujeres, niños, hombres... se quedaban embobados mirándola. No sabían si seguían en la Tierra, si era un fantasma... Tenían miedo que no volviera... Y ahí los volvía a sorprender...
Tanto esta cinta como la anécdota de Belil deberían servir de ejemplo a muchas personas (especialmente del sector de la hostelería) que están cara a cara con el cliente y cuyo trato deja bastante que desear. Hay camareros y camareras que cuando atienden parece como mínimo que te están perdonando la vida. Buen recordatorio es la filosofía del Hotel Ritz de Madrid. En una zona reservada para el personal, hay un cartel que dice: «Sonría, es parte del uniforme».
Podríamos poner otros muchos ejemplos, como el eslogan de un conocido anuncio de televisión que proclama: “Sonreír no pasa de moda”. Así es. No sólo no pasa de moda sino que la sonrisa forma parte de la naturaleza humana: “Toda la gente sonríe en el mismo lenguaje” (Morris Mandel). No conoce fronteras, ni culturas, ni razas, ni edades, ni estatus, ni sexo... Nos conecta emocionalmente a todos sin excepción con independencia de la latitud en que nos encontremos. Jody Shields en “Smile: it´s good for you!” (1991) explica: “Las personas pueden crear un ambiente alegre y lleno de felicidad con el simple acto de sonreír. Sonreír provoca una carga electrónica en el cerebro, que produce alegría y transmite este sentimiento a las personas que miran a quién sonríe”.
Sonreír es, probablemente, el signo más evidente de bienestar con uno mismo, con los demás, y con la vida en general. “Si no sabes sonreír – aseguraba Phil Bosmans– es que no sabes vivir“. Escuchando estas palabras no es extraño que Tomás de Iriarte concluyese que “la sonrisa es el idioma universal de los hombres inteligentes”. 
Habitualmente la persona que no sonríe es porque por algún motivo no se siente a gusto consigo misma. ¿Cómo califica la prensa la recuperación de algún personaje conocido después de alguna desgracia, ya sea un accidente, una enfermedad, una ruptura matrimonial o el fallecimiento de un familiar? Con estas palabras: “Vuelve a sonreír”. 
El poder de una sonrisa puede llegar a ser incalculable como escribe Frank Irvin Fletcher en su famoso poema “El valor de la sonrisa“. Entre otras cosas, dice: “Crea felicidad en el hogar, / favorece el trato en las reuniones / y la cortesía entre los amigos. / Elimina el cansancio, / es amanecer del desánimo, / crepúsculo de la tristeza / y el mejor antídoto natural para los problemas“. Y es que como los psicólogos David G. Myers y Ed Diener han constatado, “las desgracias y los golpes de fortuna ejercen una influencia pasajera sobre el estado de ánimo, que suele regresar a su nivel habitual, como muy tarde, al año del fallecimiento de un familiar, de un premio en la lotería, de un salto profesional… o a partir de una simple sonrisa”.
A pesar de todo lo apuntado, la sonrisa, por desgracia, no abunda todo lo que sería deseable. Salvador García, profesor de la Universidad de Barcelona, nos manifestaba: 
La falta de sonrisa comienza a ser preocupante. Los rostros de las personas, que reflejan su alma, empiezan a manifestar estados epidémicos de insatisfacción; son tristes, encorsetados y asustados. Uno de los proyectos en los que estoy implicado ahora desde “Eutôpia-Consultores sin Fronteras“ consiste en la promoción de la sonrisa en un Centro de Atención Primaria de Salud a nivel comunitario para invitar a la gente que se mire a los ojos y sonrían... Tratamos de fomentar el sonrising, el deporte de sonreír, que puede añadir enorme  valor a las interacciones sociales como  fuente de salud.
Evidentemente, la sonrisa debe ser natural, sincera y no forzada (el cinismo está de moda), porque todo lo que no lleva el sello de la autenticidad, suele estar condenado al fracaso. Lo que triunfa son las sonrisas que nacen de lo hondo del corazón. Por ello, si tiene que seleccionar personal para su negocio, sobre todo si es de cara al público, busque personas que “sonrían por vocación“. Se puede enseñar a sonreír, claro sí, pero es mejor y más rápido rodearse de personas que lo hacen desde el convencimiento. Como sentencia un proverbio chino: “La persona que no sabe sonreír no debe abrir tienda”.
ESCRITO POR FRANCISCO ALCAIDE HERNÁNDEZ   

martes, 11 de octubre de 2011

martes, 4 de octubre de 2011

‎"Un exceso de naturalidad, tus palabras y miradas pueden ser crueles y estúpidas. No sueltes lo primero que se te pasa por la cabeza. Lo bonito del cerebro humano es su capacidad de modular la expresión”. Elsa Punset

Control de la impulsividad

Gracias a Rolando Ardón Ledezma:

Lo más importante en la convivencia familiar y social es la capacidad del ser humano de controlar la impulsividad ,ese actuar sin razonar o por situaciones de presión que lleva a tantos conflictos entre los miembros de una sociedad. Esta capacidad de controlarse nace y se fortalece en la niñez , difícilmente podremos cambiar a un adulto que desde niño no tuvo esa formación. Muñoz , S.(2003) dice que a pesar de que la impulsividad tiende a considerarse como una característica negativa, puede desempeñar un importante papel en el comportamiento normal de las personas, puesto que la impulsividad moderada puede ser evaluada como un rasgo socialmente beneficioso y admirado (decisión, rapidez en las respuestas…). La intensidad de la impulsividad es la que la convierte en patológica o disfuncional (con predisposición a reacciones rápidas, no planeadas, ante estímulos internos o externos, sin considerar las consecuencias negativas de esas acciones).
La impulsividad se convierte en patológica en individuos que frente a una determinada situación, no pueden demorar el momento de satisfacer una necesidad; así, según explica el doctor Gabriel Rubio, co-autor del libro y Jefe de los servicios de Salud Mental del distrito de Retiro en Madrid, “esa persona no puede demorar su necesidad, por ejemplo, de beber y es entonces cuando se da atracones a beber y entonces aparece el alcoholismo, o bien no puede demorar una relación sexual y aparece la adicción al sexo. Puede ocurrir, igualmente, que sienta una cierta incapacidad ante situaciones como estar con más gente y se siente irritado, molesto y reacciona con agresividad e incluso con violencia: en definitiva, el sujeto es incapaz de inhibir una respuesta que en condiciones normales debería poder ser inhibida”.
Las conductas impulsivas incluyen tres dimensiones distintas:
1)Incapacidad para utilizar la información disponible para pensar en las consecuencias de los actos.
2)Incapacidad para posponer una recompensa inmediata pero pequeña en pro de una recompensa mayor aunque más tardía.
3)Un déficit en suprimir una respuesta motora prepotente.(golpear a alguien para humillarla)
Los niños nacen con cierto nivel de habilidad en el control de sus impulsos. El control de impulsos es un rasgo de temperamento, ¡tal vez es un talento! Aún los niños con deficiencias en el control de impulsos pueden mejorar sus habilidades con la crianza apropiada.
El castigar las conductas problemáticas no ayuda mucho a los niños “a riesgo” a desarrollar control de sus impulsos. La conducta impulsiva de los niños “a riesgo” provoca conductas (o prácticas) disciplinarias basadas en el castigo. ¡Este estilo de crianza resulta en un empeoramiento de la conducta del niño.
El libro “El Autocontrol Emocional”(Extremera y Fernández) nos presenta unas pautas generales para una regulación emocional sana que se pueden aplicar a diversas situaciones y así evitar momento de descontrol propio.
1) Analiza la situación y lo que provoca emocionalmente: el siguiente paso es observar y “saber escuchar” los estados de ánimo con exactitud. Consiste en analizar la situación y las emociones que provocan.
2) Identifica qué puedes regular para evitar impulsos descontrolados: el paso a seguir es identificar y discriminar aquellos estados emocionales negativos o positivos que requieren regulación.
3) Crea tu propia lista de cosas que te hacen sentir relajado, feliz o animado: enumera una lista de acciones que alivien tu estado de ánimo. Por supuesto, éstas variarán en función de si lo que queremos es levantar nuestro ánimo.
4) Elige sabiamente qué hacer y cómo: elige aquella táctica que creas que mejor resultado dará en la situación en la que te encuentres. Es conveniente no dejarse llevar por los beneficios rápidos y a corto plazo y pensar mejor en las ventajas a largo plazo. No obstante, cualquier estrategia que utilicemos debe cumplir unas condiciones elementales como son el respeto de nuestros derechos y de los demás, que no implique daño a otras personas y, en muchos casos, que sean social y culturalmente aceptadas.
5) Evalúa si los objetivos propuestos se han cumplido: por último, evaluar la efectividad de la estrategia emocional utilizada. Muchas personas reaccionan descontroladamente a sus experiencias cotidianas y luego se lamentan de su actuación. Esta reflexión facilita el funcionamiento personal y social.
Es evidente que con el marcado divisionismo que estamos experimentando ,hay discusiones y conflictos por todas partes ,unos más graves que otros pero siempre peligrosos .Para tratar de desaparecer la polarización patológica en la que hemos caído puede servir de mucho controlar nuestra impulsividad ,saber escuchar a los demás y respetar sus puntos de vista aun cuando no sean compatibles con los nuestros ,la impulsividad no es buena aliada de la convivencia social que todos necesitamos en estos momentos.

lunes, 3 de octubre de 2011

El Gusano y el Escarabajo

Había una vez un gusano y un escarabajo que eran amigos, pasaban charlando horas y horas.
El escarabajo estaba consciente de que su amigo era muy  limitado en movilidad, tenía una visibilidad muy restringida y era muy tranquilo comparado con los de su especie.

El gusano estaba muy consciente de que su amigo venía de otro ambiente, comía cosas que le parecían desagradables y era muy acelerado para su estándar de vida, tenía una imagen grotesca y hablaba con mucha rapidez.

Un día, la compañera del escarabajo le cuestionó la amistad hacia el gusano.
- ¿Cómo era posible que caminara tanto para ir al encuentro del gusano?
A lo que él respondió que el gusano estaba limitado en sus movimientos.
- ¿Por  qué seguía siendo amigo de un insecto que no le regresaba los saludos efusivos que el escarabajo hacía desde lejos?

Esto era entendido por él, ya que sabía de su limitada visión, muchas veces ni siquiera sabía que alguien lo saludaba y cuando se daba cuenta, no distinguía si se trataba de él para contestar el saludo, sin embargo calló para no discutir.

Fueron muchas las respuestas que en el escarabajo buscaron para cuestionar la amistad con el gusano, que al final, éste decidió poner a prueba la amistad alejándose un tiempo para esperar que el gusano lo buscara.

Pasó el tiempo y la noticia llegó: el gusano estaba muriendo, pues su organismo lo traicionaba por tanto esfuerzo, cada día emprendía el camino para llegar hasta su amigo y la noche lo obligaba a retornar hasta su lugar de origen.

El escarabajo decidió ir a ver sin preguntar a su compañera qué opinaba.
En el camino varios insectos le contaron las peripecias del gusano por saber qué le había pasado a su amigo. Le contaron de cómo se exponía día a día para ir a dónde él se encontraba, pasando cerca del nido de los pájaros. De cómo sobrevivió al ataque de las hormigas y así sucesivamente.

Llegó el escarabajo hasta el árbol en que yacía el gusano esperando pasar a mejor vida. Al verlo acercarse, con las últimas fuerzas que la vida te da, le dijo cuánto le alegraba que se encontrara bien. Sonrió por última vez y se despidió de su amigo sabiendo que nada malo le había pasado.

El escarabajo avergonzado de sí mismo, por haber confiado su amistad en otros oídos que no eran los suyos, había perdido muchas horas de regocijo que las pláticas con su amigo le proporcionaban. Al final entendió que el gusano, siendo tan diferente, tan limitado y tan distinto de lo que él era, era su amigo, a quien respetaba y quería no tanto por la especie a la que pertenecía sino porque le ofreció su amistad.

El escarabajo aprendió varias lecciones ese día. La amistad está en ti y no en los demás, si la cultivas en tu propio ser, encontrarás el gozo del amigo.
También entendió que el tiempo no delimita las amistades, tampoco las razas o las limitantes propias ni las ajenas.
Lo que más le impactó fue que el tiempo y la distancia no destruyen una amistad, son las dudas y nuestros temores los que más nos afectan. Y cuando pierdes un amigo una parte de ti se va con él. Las frases, los gestos, los temores, las alegrías e ilusiones compartidas en el capullo de la confianza se van con él. 

El escarabajo murió después de un tiempo. Nunca se le escuchó quejarse de quien mal le aconsejó, pues fue decisión propia el poner en manos extrañas su amistad, solo para verla escurrirse como agua entre los dedos.
Si tienes un amigo no pongas en tela de duda lo que es, pues sembrando dudas cosecharás temores. No te fijes demasiado en cómo habla, cuánto tiene, qué come o qué hace, pues estarás poniendo en una vasija rota tu confianza.

domingo, 2 de octubre de 2011

Gracias a SOUL BUSINESS 50 cosas gratis o casi, que te hacen sentirte bien (al menos a mi)


«Si busco en mis recuerdos los que me han dejado un sabor duradero,
si hago balance de las horas que han valido la pena, siempre me encuentro con aquellas que no me procuraron ninguna fortuna.»
Antoine de Saint-Exupery

Esta cita cerraba el post “Las citas que me regala Lourdes”

Pues bien, esto viene a cuento de que en la vida hay que procurar tirar menos de bancos y visa y más de intangibles. Suena raro, pero a mi me ayuda a contrarrestar, (al igual que las Noticias positivas de Javier Rodríguez Albuquerque,(@jrediez), ese aluvión de desesperanza, miedo y pesimismo que nos invade. El orden no significa nada, han salido sobre la marcha. Pues eso, que son 50 cosas gratis o casi te hacen sentirte bien. Al menos a mí, claro

Feliz día

1 La luz del día, especialmente al amanecer o al anochecer
2 El olor a tierra mojada
3 Escuchar la naturaleza
4 El sonido del agua
5 La risa y la mirada inocente de un niño
6 La risa alegre y la mirada serena de un anciano
7 Un abrazo o un beso
8 Una conversación interesante
9 Escuchar música
10 Leer un buen libro
11 Pasear
12 Hacer deporte
13 Mirar una foto
14 Mirar un cuadro
15 Escribir
16 Ver a la gente que quieres
17 No ver a la gente que no quieres
18 Saber que alguien sanó o mejoró su situación
19 Encontrarme o conocer gente agradable, amable, interesante
20 Leer blogs de los amigos
21 Cocinar
22 Admirar el paisaje cuando viajo
23 Ponerte un jersey cuando empieza a refrescar
24 Escuchar a gente que tiene ilusión
25 Sonreír
26 Que me sonrían
27 Observar a la gente cuando tomo el autobús
28 Ver a alguien enamorado de su trabajo
29 Saber que alguien se acuerda de ti
30 Recibir una carta, una llamada, una visita de alguien que te quiere
31 Jugar al fútbol física y mentalmente
32 Hacer algo bien por los demás
33 Mirar mapas de viajes
34 Jugar con la mente
35 Reconocer errores y corregirlos
36 “Desperdiciar un día” sin hacer nada
37 Reírme de mí y conmigo
38 Dar a las cosas su justa importancia
39 No querer ser lo que no soy
40 Darme un chapuzón
41 Aprender
42 Resistir cuando se cree en algo
43 Pensar en gente que quiero y no veo: me dan energía
44 Olvidar y perdonar los agravios
45 Curiosear en una librería de viejo en un chamarilería
46 El milagro de la vida
47 Soñar despierto y dormido
48 Mirarme al espejo y reconocerme
49 La gente con sentido del humor
50 Cualquier instante que no he puesto aquí pero que igualmente me hace feliz.
¿Y a ti?

sábado, 1 de octubre de 2011

Aprovecha el día.

 No dejes que termine sin haber crecido un poco, sin haber sido un poco feliz, sin haber alimentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho de expresarte que es casi un deber.
No abandones tus ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y la poesía sí pueden cambiar el mundo.
Somos seres humanos llenos de pasión.
La vida es desierto y es oasis. Nos derriba, nos lastima, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia.
No dejes nunca de soñar, porque sólo en sueños puede ser libre el hombre.
No caigas en el peor error, el silencio. La mayoría vive en un silencio espantoso. No te resignes. No traiciones tus creencias. Todos necesitamos aceptación, pero no podemos remar en contra de nosotros mismos. Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta el pánico que provoca tener la vida por delante.
Vívela intensamente, sin mediocridades.
Piensa que en tí está el futuro y en encontrar la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes pueden enseñarte.
No permitas que la vida te pase a tí sin que la vivas...
Autor: Walt Whitman