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jueves, 29 de diciembre de 2011

John Wooden habla sobre la diferencia entre ganar y el éxito

A pesar de ofrecernos la opción de poder subtitular el video en castellano, os dejo la transcripción del mismo. Me gusta mucho la facilidad con la que el Dr. Wooden aborda la explicación de la diferencia entre ganar y éxito....

http://www.ted.com/talks/john_wooden_on_the_difference_between_winning_and_success.html

Acuñé mi propia definición de éxito en 1934, cuando enseñaba en una escuela secundaria de South Bend, Indiana. Estando un poco decepcionado, y tal vez desilusionado por la forma en que los padres de los jóvenes de mi clase de inglés esperaban que sus hijos obtuvieran una A o una B. Ellos pensaban que una C estaba bien para los hijos de los vecinos, porque los hijos de los vecinos son todos niños promedio. Pero no estaban satisfechos cuando sus propios niños -- hacían que el profesor sintiera que había fracasado, o que el joven había fracasado. Y eso no está bien. El buen Dios en su sabiduría infinita no nos creó a todos iguales en lo que se refiere a la inteligencia, más de lo iguales que somos en tamaño, apariencia. No todos podían obtener una A o una B, y no me gustaba esa forma de juzgar.

Y yo sabía cómo los alumnos de varias escuelas en los años 30 juzgaban a sus entrenadores o equipos deportivos. Si les ganabas a todos ellos, eras considerado razonablemente exitoso. No completamente. Porque descubrí -- que tuvimos un número de años en la UCLA, donde no perdimos un juego. Pero parecía que no ganamos cada juego individual por el margen que algunos de nuestros alumnos habían predicho. Y muy frecuentemente yo -- (Risas) -- frecuentemente sentía que ellos habían apoyado sus predicciones de una forma más materialista. Pero eso era así en los años 30, por lo que lo entendía. Pero no me gustaba. Y no estaba de acuerdo con ello. Y quería salir con algo que esperaba me hiciera un mejor profesor, y dárselos a los jóvenes bajo mi supervisión -- ya fuera en la clase de deportes o en la de inglés -- algo a lo que ellos aspiraran, algo más que sólo una calificación alta en el salón de clases, o más puntos en una competencia deportiva.

Pensé en eso durante un buen tiempo, y quería encontrar mi propia definición. Pensé que eso podía ayudar. Y sabía cómo el Sr. Webster lo definía: como la acumulación de posesiones materiales o la obtención de una posición de poder o prestigio, o algo por el estilo. Logros dignos tal vez, pero en mi opinión no necesariamente indicativos de éxito. Así que yo quería encontrar algo mio.

Recuerdo que me crié en una pequeña granja al sur de Indiana. Y papá trató de enseñarme a mí y a mis hermanos que nunca se debe tratar de ser mejor que otra persona. Estoy seguro que cuando el hizo esto, yo no -- no -- bueno, en algún lugar, supongo que en los rincones ocultos de mi mente, apareció años más tarde. Nunca tratar se ser mejor que otra persona, siempre aprende de los demás. Nunca te rindas. tratar de ser el mejor que puedas ser -- eso esta bajo tu control. Si estás demasiado absorto e involucrado y preocupado en relación a las cosas de las que no tienes control, afectará adversamente las cosas sobre las que tienes control. Luego me crucé con este simple verso que dice, "En el estrado de Dios para confesar, se arrodilló una pobre alma, y bajando la cabeza, gritó "¡He fallado!" El Maestro dijo: 'Habéis hecho lo mejor, eso es el éxito."

De esas cosas, y otras tal vez, Acuñé mi propia definición de éxito. Que es: paz interior alcanzada sólo a través de la auto-satisfacción de saber que hiciste el esfuerzo de hacer lo mejor de lo que eres capaz. Yo creo que eso es cierto. Si tu haces el esfuerzo de hacer lo mejor de lo que eres capaz, tratar de mejorar la situación que existe para ti, yo creo que eso es éxito. Y no creo que otros puedan juzgar eso. Pienso que es como el carácter y la reputación. Tu reputación es lo que se percibe que eres; tu carácter es lo que realmente eres. Y creo que el carácter es mucho más importante de lo que se percibe que eres. Esperarías que ambos fueran buenos. Pero no necesariamente serán el mismo. Bueno, esa era mi idea y quería tratar de hacerla llegar a los jóvenes.

Me encontré con otras cosas. Me encanta enseñar, y fue mencionado por el orador anterior que me gusta la poesía, y juego con ella un poco, y me encanta. Hay algunas cosas que me han ayudado, creo, a ser mejor de lo que hubiera sido. Sé que no soy lo que debo ser, ni lo que debería ser. Pero creo que soy mejor de lo que hubiera sido si no me hubiera cruzado con ciertas cosas. Una de ellas era sólo un pequeño verso que decía

"Ninguna palabra escrita, ni petición dicha, puede enseñar a nuestros jovenes lo que deberían ser Ni todos los libros en todos los estantes -- suman lo que los maestros son en sí mismos".

Esto causó una impresión en mi en la década de 1930. Y trate de usarla más o menos en mi enseñanza, ya fuera en los deportes, o en el salón de Inglés. Amo la poesía y siempre he tenido un interés en ella de una u otra forma. Tal vez sea porque papá solía leernos en la noche. Lámpara de aceite de carbón - no teníamos electricidad en nuestra casa de la granja. Y papá nos leía poesía. Así que siempre me gustó. Y en la misma época en que me crucé con este verso, Me crucé con otro. Alguien preguntó a una maestra por qué enseñaba. Y ella -- después de un tiempo, dijo que quería pensarlo. Luego se levanto y dijo,

"Me preguntan que por qué enseño y yo respondo, '¿Dónde puedo encontrar tan espléndida compañía?' Ahí estaba un hombre de estado, fuerte, imparcial, sabio. Otro Daniel Webster, de gran elocuencia. Un doctor se sienta junto a él, cuya rápida y firme mano podía reparar un hueso, o contener el flujo vital de sangre. Y ahí un constructor. Levantando el arco de una iglesia que el construye, donde ese sacerdote podrá hablar la palabra de Dios y guiar un alma que ha tropezado, a tocar a Cristo. Y todo acerca de una reunión de profesores, agricultores, comerciantes, trabajadores. Aquellos que trabajan y votan y construyen y planean y oran para un gran mañana. Y puedo decir, no podré ver la iglesia, o escuchar la palabra o comer la comida que sus manos cultiven. Pero tal vez podré. Y después podré decir, Lo conocí una vez, y el era débil, o fuerte, o audaz u orgulloso o jovial. Lo conocí una vez, pero entonces él era un niño. Ellos me preguntan que por qué enseño y yo respondo '¿Dónde puedo encontrar tan esplendida compañía?'

Y creo que la profesión de docente -- es verdad, tienes a tantos jóvenes. Y tengo que pensar en mis jóvenes de UCLA -- 30 y tantos abogados, 11 dentistas y doctores, muchos, muchos profesores y otras profesiones. Y eso te da un gran placer, verlos continuar. Siempre intenté hacer sentir a los jóvenes que estaban ahí primero que nada para obtener una educación, el básquetbol era secundario, porque les costeaba sus gastos, y ellos necesitan un poco de tiempo para sus actividades sociales pero si permites que las actividades sociales tengan mayor prioridad sobre los otros dos no vas a tener ninguno por mucho tiempo. Así que esas eran las ideas que intentaba hacerles llegar a los jóvenes bajo mi supervisión.

Yo tenía tres reglas, más o menos, a las que me apegaba prácticamente todo el tiempo. Las había aprendido antes de llegar a UCLA, y decidí que eran muy importantes. Una era -- nunca llegar tarde. Nunca llegar tarde. Más tarde dije ciertas cosas -- Yo tenía -- jugadores, si nos ibamos a algún lugar, tenían que estar arreglados y limpios Hubo un tiempo en que los hacía vestir sacos y camisas y corbatas. Luego vi a nuestro rector venir a la escuela en mezclilla y cuellos de tortuga, y pensé, no es correcto para mi seguir con esto otro. Por lo que los deje -- sólo tenían que estar arreglados y limpios. Uno de los grandes jugadores que tuve, de quien probablemente han escuchado, Bill Walton, vino a tomar el autobús nos estábamos yendo a algún lugar a jugar. Y no estaba arreglado ni limpio, por lo que no lo deje ir. No pudo subirse al autobús. Tuvo que ir a casa y arreglarse para ir al aeropuerto. Asi que yo era muy quisquilloso con eso. Yo creía en eso. Creo que el tiempo es muy importante. Creo que se debe ser puntual. Pero sentía que lo practicaba, por ejemplo, empezamos puntualmente, terminamos puntualmente Los jóvenes no tenían que sentir que los ibas a tener por mucho tiempo.

Al dar pláticas en clínicas de entrenadores, generalmente les digo a los entrenadores jóvenes -- y en las clínicas de entrenadores, más o menos, van a estar los entrenadores jóvenes que están entrando en la profesión. La mayoría de ellos son jóvenes, ustedes saben, y probablemente recién casados. Y les digo, "No alarguen sus prácticas. Porque se irán a casa de mal humor. Y eso no es bueno, para un hombre recién casado irse a casa de mal humor." Cuando sean mayores, eso no hará ninguna diferencia. Pero --

(Risas)

Así que yo creo en la puntualidad, creo en empezar a tiempo, y creo en terminar a tiempo. Y otra regla que tenía era, ni una sola mala palabra. Una mala palabra, y tú estas fuera por el día. Si yo lo veo en un juego, sales y te quedas sentado en la banca. La tercera era, nunca criticar a un compañero de equipo. Yo no quería eso. Solía decirles que a mi me pagaban para hacerlo. Ese era mi trabajo. Me pagaban para hacerlo. Lastimosamente poco, pero me pagaban para hacerlo. No como a los entrenadores de hoy, por dios, no. Es algo diferente de lo que era en mis días. Esas fueron las tres cosas a las que me apegué todo el tiempo Y eso en realidad provino de mi padre. Eso fue lo que intentó enseñarnos a mí y a mis hermanos una vez.

Finalmente se me ocurrió una pirámide, no tengo tiempo para entrar en eso. Pero me ayudo, yo creo, a convertirme en un mejor profesor. Es algo así: Tenía bloques en la pirámide. Y los bloques de la base eran la diligencia y el entusiasmo, trabajar arduamente y disfrutar lo que estás haciendo. Subiendo hasta la cúspide. De acuerdo a mi definición de éxito. Y justo en la cima -- fe y paciencia. Y les digo a ustedes, en cualquier cosa que estén haciendo, deben de ser pacientes. Deben de tener paciencia -- Deseamos que las cosas pasen. Hablamos de que la juventud es muy impaciente. Y lo son. Quieren cambiarlo todo. Creen que todo cambio es progreso. Y vamos envejeciendo - y vamos dejando ir las cosas. Y olvidamos que no hay progreso sin cambio. Así que se debe tener paciencia. Y creo que debemos tener fe. Creo que debemos creer, verdaderamente creer. No solamente decirlo; creer que las cosas resultarán como deberían, siempre que hagamos lo que deberíamos hacer, Creo que nuestra tendencia es esperar que las cosas salgan como queremos, muchas de las veces. Pero no hacemos las cosas que son necesarias para hacer que esas cosas se vuelvan una realidad. He trabajado en esto durante unos 14 años, y creo que me ha ayudado a llegar a ser un mejor profesor. Pero todo giraba en torno a esa definición original de éxito.

Saben hace algunos años, había un árbitro de las Ligas Mayores de Béisbol llamado George Moriarty. El escribía Moriarty con sólo una "i". Nunca había visto eso antes, pero el lo hacia. Los jugadores de las ligas mayores de béisbol -- son muy perspicaces acerca de esas cosas, y se dieron cuenta de que había sólo una "i" en su nombre. Se sorprenderían de cuántos también le dijeron que esa era una más de la que tenía en la cabeza en varias ocasiones.

(Risas)

Pero él escribió algo que creo que hizo mientras yo lo intentaba hacer en esta pirámide. Lo llamó "El Camino por Recorrer, o El Camino Recorrido." "A veces pienso que las Moiras deben sonreír mientras las condenamos e insistir que la única razón por la que no podemos ganar, es que las Moiras mismas fallan. Sin embargo, las vidas de nuestros ancestros claman: ganamos o perdemos dentro de nosotros mismos. Los trofeos brillantes en nuestras repisas nunca podrán ganar el juego de mañana Usted y yo sabemos en el fondo, siempre hay una oportunidad de ganar la corona. Pero cuando fallamos en dar lo mejor, simplemente no hemos pasado la prueba, de darlo todo y no quedarnos con nada hasta ganar el juego. De mostrar lo que se entiende por agallas. De seguir jugando cuando otros se dan por vencidos. De seguir jugando, sin ceder. Es la determinación lo que gana la copa. De soñar que hay una meta por delante. De tener esperanza cuando nuestros sueños mueran. De rezar cuando nuestras esperanzas han huido. Aún perdiendo, no temer a la caída, si valientemente hemos dado todo. Pues quién puede pedir más de un hombre que dar todo lo que esté a su alcance. Darlo todo, me parece, no esta lejos de la victoria. Y así, las Moiras rara vez se equivocan, no importa cómo se retuerzan y serpenteen. Somos usted y yo quienes creamos nuestro destino -- nosotros abrimos o cerramos las puertas del camino por recorrer o del camino recorrido."

Esto me recuerda otra tercia de consejos que mi padre quiso transmitirnos. No lloriquees, No te quejes. No inventes excusas. Solo da un paso afuera, y lo que sea que hagas, hazlo a lo mejor de tus habilidades. Y nadie puede hacer más que eso. Intenté transmitirles esto, también -- mis rivales no les van a decir -- nunca me han escuchado decir ganar. Nunca mencione ganar. Mi idea es que se puede perder cuando superas en puntuación a alguien en un juego. Y se puede ganar cuando eres superado en la puntuación. Yo me he sentido así en algunas ocasiones, en varios momentos. Y sólo quería que fueran capaces de mantener su cabeza erguida después del juego. Yo solía decir que cuando termina un juego, y ves a alguien que no conoce el resultado, esperaba que no pudieran adivinarlo por tus acciones si le habías ganado a tu oponente o el oponente te había ganado.

Eso es lo que verdaderamente importa: si haces el esfuerzo de hacer lo mejor que puedas regularmente, los resultados serán lo que deben ser. No necesariamente lo que quieres que sean, pero serán lo que deberían ser, y sólo tu sabrás si puedes hacerlo. Y eso es lo que quería de ellos más que cualquier otra cosa. Y conforme pasó el tiempo y aprendí más de otras cosas, Creo que funcionó un poco mejor, en cuanto a resultados. Pero deseaba que la puntuación del juego fuera el derivado de estas otras cosas, y no la finalidad en sí. Me parece que fue -- un gran filósofo dijo -- no, no. Cervantes. Cervantes dijo, "El viaje es mejor que el destino." Y eso me gusta. Creo que está -- llegando a eso. A veces cuando llegas, hay casi una decepción. Pero es llegar ahí lo que es divertido. Me gustaba -- como entrenador de básquetbol en la UCLA me gustaba que las prácticas fueran el trayecto, y el juego fuera la finalidad. El resultado final. Me gustaba subir y sentarme en los estrados y verlos jugar, y ver si había realizado una labor digna durante la semana. Una vez más, es lograr que los jugadores se sientan satisfechos consigo mismos, en saber que habían hecho el esfuerzo de lograr lo mejor de lo que eran capaces.

A veces me preguntan quién fue el mejor jugador que tuve, o los mejores equipos. Jamás podré responder eso, mientras tenga que ver con los jugadores. Una vez me preguntaron sobre eso, y dijeron, "Suponga que de algún modo pudiera -- pudiera hacer al jugador perfecto. Qué es lo que querría?" Yo respondí, "Bien, querría uno que supiera por qué estaba en la UCLA: para obtener una educación, que fuese un buen estudiante, que supiera por qué estaba ahí en primer lugar. Pero querría uno que pudiera jugar, también. Querría uno que se diera cuenta de que la defensa suele ganar campeonatos, y que trabajara duro en la defensa. Pero querría uno que jugara a la ofensiva también. Querría que no fuese egoísta, y que buscara el pase primero y no tirara todo el tiempo. Y querría uno que pudiese dar pases y que hiciese pases.

(Risas)

He tenido algunos que podían y no lo hacían, y he tenido otros que lo hacían y no podían.

(Risas)

Quería que fuesen capaces de tirar desde fuera. Quería que fuesen buenos por dentro también.

(Risas)

He querido que sean capaces de rebotar bien en ambos extremos, también. Y por qué no tener a alguien como Keith Wilkes y dejarlo así. Él tenía las aptitudes. No era el único, pero era alguien que yo utilizaba en esa categoría en particular, porque pienso que hizo su mejor esfuerzo en llegar a ser el mejor.

Menciono en mi libro, "Me llaman Entrenador", a dos jugadores que me dieron gran satisfacción; que se acercaron más que cualquier otro a alcanzar su potencial total: uno fue Conrad Burke. Y uno fue Doug McIntosh. Cuando los conocí en primer año, en nuestro equipo de primer año -- no teníamos -- los de primer año no podían representar al equipo. Y pensé, "Cielos, si estos dos jugadores, cualquiera de ellos" -- fue en distintos años, pero pensé en cada uno al momento en que estaba ahí -- "Vaya, si logra representar al equipo, si él es bueno como para lograrlo, nuestra representación debe ser muy deplorable." Y ustedes conocen a uno de ellos fue un jugador titular por una temporada y media. El otro era -- en su siguiente año jugó 32 minutos en un juego del campeonato nacional, fue algo magnifico para nosotros. Y el año siguiente, fue un jugador titular en el equipo del campeonato nacional. Y entonces pensé que no jugaría ni un minuto, y lo hizo -- y son las cosas que te dan gran alegría, y gran satisfacción al verlas. Ninguno de esos jóvenes podía tirar muy bien. Pero tenían porcentajes de tiro sobresalientes, porque no lo forzaban. Y ninguno podía saltar muy bien, pero tuvieron -- mantuvieron una buena posición, y por tanto hicieron buen rebote. Recordaron que cada tiro que es tomado, se asume que será perdido. He tenido demasiados que se paran a esperar a ver si lo pierden, entonces van y es demasiado tarde. Alguien más se les adelantó. Y no eran muy rápidos, pero jugaron en buena posición, mantuvieron un buen equilibrio. Así que jugaron buena defensiva a nuestro favor. Así que tenían cualidades que -se acercaron a ellas- tanto como a alcanzar posiblemente su potencial total como ningún otro jugador que haya tenido. Por lo que los considero tan exitosos como Lewis Alcindor o Bill Walton, o muchos de los otros que teníamos -- habían algunos sobresalientes -- algunos jugadores sobresalientes.

¿Ya divagué bastante ? Me comentaron que cuando él apareciera, supuestamente yo debía callarme.

(Risas) (Aplausos)

sábado, 24 de diciembre de 2011

LA MEJOR NAVIDA DE NUESTRA VIDA... LA DE HOY

EL POETA

El dueño de un pequeño negocio, amigo del gran poeta Olavo Bilac , cierto dia lo encontró en la calle y le dijo :
Sr. Bilac , estoy necesitando vender mi negocio, que Ud . tan bien conoce . Podría redactar el aviso para el diario ?
Olavo Bilac tomó lápiz y papel y escribió :
"Se vende encantadora propiedad , donde cantan los pájaros al amanecer en las extensas arboledas , rodeado por las cristalinas aguas de un lindo riachuelo . La casa, bañada por el sol naciente , ofrece la sombra tranquila de las tardes en la varanda ."
Algunos meses despues , el poeta se encontró con el comerciante y le preguntó si yá habia vendido el lugar .
No pensé más en eso , dijo el hombre .
Después que leí el aviso me dí cuenta de la maravilla que tenía !
A veces, no nos damos cuenta de las cosas buenas que tenemos y vamos tras falsos tesoros .

lunes, 12 de diciembre de 2011

PALABRAS DE AMOR

Nunca dejemos de decir TE AMO... bajo cualquier circunstancia... bajo cualquier situación... es importante compartir nuestros sentimientos a los seres que más queremos....

http://youtu.be/q8jW3R8hjlQ

sábado, 3 de diciembre de 2011

The talk

Ante todo deseados un muy buen fin de semana... espero que el vídeo dibuje una sonrisa... Gracias a todos por vuestros comentarios y aliento. Recordad que el video puede subtitularse a varios idiomas.
http://www.ted.com/talks/julia_sweeney_has_the_talk.html

jueves, 1 de diciembre de 2011

Dignificar la Vergüenza.

Interesante artículo de Yamila Yaquino sobre la vergüenza.

Dignificar lo que sucede en el interior de cada uno, darse su sitio, reconocerlo, observarlo e integrarlo es parte del proceso terapéutico, del proceso de recuperación de Uno Mismo. Dentro de este proceso la vergüenza tiene un lugar importante. Generalmente el miedo, la ira o la tristeza parecen tener mayor importancia ante el sentimiento de la vergüenza. Sin embargo ésta tiene el poder de desorganizar internamente a la persona y su vivencia puede llegar a generar mucho dolor.

Muchas facetas, emociones, sentimientos, ignorancias y expresiones quedan guardadas en un cajoncito en el interior de cada persona, al sentirlos como no adecuados, no válidos o vergonzosos. Por ello la vergüenza es un sentimiento perturbador, ya que impide la expresión libre y espontánea de nuestro Ser. "Tengo vergüenza a cantar, a hablar en público, a que me miren, a caerme en medio de mis compañeros, a expresar mi ternura y mis emociones". Cuantas más veces guardemos en el interior estas expresiones de Uno Mismo mayor será el fantasma o la fantasía de lo que puede llegar a ocurrir si finalmente la vergüenza deja paso a la expresión.
La consecuencia más dolorosa es la generación de falta de autoestima. Es una sensación desestabilizadora, intensa y aguda. Su vivencia puede llegar a ser vivida como el encarcelamiento dentro de uno mismo.

No existe vergüenza sin avergonzador. Pondré un ejemplo de ello. Imaginemos a una niña de cuatro años que se encuentra jugando con un amiguito explorando sus genitales. Ésto puede ser de lo más natural si se desarrolla espontáneamente la situación. Ahora bien, esta misma situación puede llegar a ser interrumpida por un adulto que expresa su indignación al presenciar esta vivencia, desaprobando este juego y juzgando a los niños como malos y sucios.
En este momento, si la niña se consideraba ante este adulto como buena y dulce podría cambiar repentinamente este estatus por otro que le quiebre por dentro, que es el de "sucia". En ese momento la niña "se da cuenta" que lo que para ella era normal y natural sin ponerle juicio no sólo estaba "mal", sino que existe la amenaza de que esta situación pueda ser conocida por personas a las que ella quiere, planeando de fondo la humillación si el adulto hace pública esta situación. Es en este momento en el que la vergüenza se instala, desorganizando internamente a la niña y generando una pérdida sorpresiva de autoestima, temiendo la perdida del amor y la aprobación de las personas a las que ella ama. Internaliza que algo que ella ha hecho está mal y que por eso ella es sucia.
Es por esto que en el futuro evitará exponerse a situaciones que, dentro de su juicio interno, estime que son sucias. Pondrá toda su energía al servicio de la evitación, en lugar de ponerla al servicio de su bienestar.
Aquí se pueden ver varios elementos que caracterizan a la vergüenza disfuncional. El primero es que hay una identificación con un aspecto "de niña buena" y ésto es valorable por los adultos. De repente esta valoración queda en vacío y pasa a ser enterrada por la mirada y el rechazo del adulto, que ejecuta el rol de avergonzador.
Podemos extrapolar este ejemplo a miles que se dan habitualmente, desde la simple caída en el patio del colegio hasta la vergüenza de no saberse una lección o de simplemente expresarse y desear ser visto.
Aquí se hace evidente que sin avergonzador no hay avergonzado. Este avergonzador se interanalizará de adulto y aparecerá cada vez que esta niña convertida en adulta sienta que se expone a situaciones en las que pueda hacerse evidente "su suciedad" en las diversas formas en las que ella lo considere. Así se llega a convertir en un sentimiento habitual.

En este caso vimos que el adulto, bajo sus parámetros morales, actúa como avergonzador de forma "pedagógica". Hay otros motivos que se pueden ejercitar bajo este rol. Por ejemplo, entre pares, hermanos o amigos se utiliza para diferenciarse, aunque es una forma degradada de hacerlo ya que se construye la identidad a partir de un contraste: " Cuanto menos seas tú, más creeré que soy yo". También puede ejecutarse como competencia: "Cuanto más te avergüenzo, yo gano".

¿Cómo se cura la vergüenza?

Para ello es necesario revisar el avergonzador interno, oír su voz, ver cuándo es que sale a la luz, cuándo se deja escuchar y qué es lo que dice. Puede decir: "Cómo es posible que hayas fallado, no mereces consideración". Esta voz funciona como si la vida fuese una serie ininterrumpida de escenas de examen y existiese un profesor severo que examina, aprueba o desaprueba, se burla, descalifica o excluye.
  • Es importante transformar el error en posibilidad de aprendizaje.
  • Transformar el avergonzador en colaborador interno.
  • Desidentificarse con el aspecto parcial que nos avergüenza e identificarse con la totalidad que somos. Lo importante es el tiempo que dura dicha identificación. Por ejemplo, si me pregunta mi jefe en el trabajo algo que no sé responder y ésto me genera vergüenza porque queda en evidencia el aspecto de mí que no conoce dicha información, lo que importa es el tiempo que dura la identificación con esta parte de mí que se identifica con " no sabes y eres un tonto por ello". Habrá entonces que dar lugar a la totalidad que uno es: "no sé ésto pero sí aquello, y lo que no sé ya dispondré de mis recursos para obtener dicha información". Si cometemos un error lo sano sería vivirlo como una posibilidad de aprendizaje y no como un camino que nos lleva al castigo.
  • Alegría. La sanación que se experimenta al reírse de uno mismo es inmensa, y al compartirlo más aún. Divertirse con aquello que toca vivir y que en principio se vive con vergüenza.
Uno de los motivos más generalizados de sentir vergüenza no es el que se refleja en hacer algo mal o sentir el cuerpo poco bonito, sino el el simple hecho de ser visto. El deseo de mostrarse y expresarse para simplemente ser mirado genera mucha vergüenza. Si este deseo no se legitimiza internamente es el que más vergüenza da, pese a ser un deseo normal y sano. Todos necesitamos ser mirados y expresar nuestro Ser. Darnos el derecho a tener este deseo y necesidad facilitará el llevarlo a cabo cuando tengamos la oportunidad.
Dignificar la vergüenza significa, al fin y al cabo, Ser y Mostrarse, reírse de Uno Mismo con los Otros y ante todo liberarnos de la exigencia y perfeccionismo que inhibe y genera mucho dolor. 

lunes, 28 de noviembre de 2011

Un gran roble

En la plaza central del pueblo debían quitar un gran roble que con el paso de los años se había convertido en un símbolo del lugar. Hasta en el escudo del pueblo se dibujaba su silueta. El roble se había enfermado de un extraño virus. Corría el riesgo de caerse y de contagiar a los árboles más cercanos. Ya se había hecho todo lo posible por salvarlo y la triste determinación de derribarlo provocaba en los vecinos una profunda sensación de impotencia.

No es fácil determinar la causa de un problema y no es el camino más agradable tomar la decisión de solucionarlo.

Los leñadores llegaron una mañana con sierras automáticas y hachas. Los vecinos se reunieron en la plaza para presenciar su caída. Esperaban oír el estrépito producido por el choque del inmenso árbol contra el suelo. Suponían que los hombres empezarían a cortarlo por el tronco principal en un lugar lo más pegado a la tierra. Pero en vez de esto los hombres colocaron escaleras y comenzaron a podar las ramas más altas. En ese orden de arriba hacia abajo cortaron desde las más pequeñas hasta las más grandes.

Así cuando terminaron con la copa del árbol, sólo quedaba el tronco central, y en poco tiempo más aquel poderoso roble yacía cuidadosamente cortado en el suelo. El sol ahora cubría el centro del parque, su sombra ya no existía, era como si no hubiera tardado medio siglo en crecer, como si nunca hubiera estado allí.

Los vecinos preguntaron por qué los hombres se habían tomado tanto tiempo y trabajo para derribarlo. El más experimentado leñador explicó: cortando el árbol cerca del suelo, antes de quitar las ramas, se vuelve incontrolable y en su caída puede quebrar los árboles más cercanos o producir otros destrozos. Es más fácil manejar un árbol cuando más pequeño se le hace.

"Debemos aprender a ser buenos leñadores de nuestro inmenso árbol de la preocupación, que durante tantos años hemos hecho crecer en cada uno de nosotros, podremos talarlo mejor si  lo hacemos lo mas pequeño posible. Para lograrlo, podemos empezar por podar los pequeños obstáculos que nos impiden el disfrutar de cada día y así ir quitando el temor de que en el intento de librarnos de éstos y mejorar, todo se derrumbe.

En ese orden, quitando del comienzo los pequeños problemas podemos, gradualmente, ir llegando al tronco principal de nuestras preocupaciones. Para cambiar hay que realizar una tarea a la vez, quitar las ramas de la preocupación de una en una, ocuparnos y no preocuparnos. Reconocer nuestros errores y tener el valor para enfrentarlos, establecer las prioridades y los objetivos en la vida y mantener una verdadera determinación para librarnos poco a poco de todo el peso que nos impide trabajar, crecer, disfrutar y vivir, transformando nuestras ansiedades, miedos y preocupaciones en coraje, esperanza y fe.

viernes, 25 de noviembre de 2011

ANUNCIO

Os deseo un buen fin de semana a todos, no me gusta colgar anuncios en esta página que en un principio he creado para difundir temas de psicología que puedan ser de ayuda en algún momento, pero éste me ha gustado mucho y quiero compartirlo con vosotros. Y agradeceros de corazón que estéis aquí.
http://youtu.be/FGCtNmpxQcw

jueves, 24 de noviembre de 2011

El efecto Zeigarnik

Un artículo sumamente interesante de David Cantone

El café de Viena

Bluma – o su profesor Kurt Lewin, según sea la fuente – se encontraba sentada en un restaurante de Viena tomando un café y observando el comportamiento de un camarero.
Al parecer, este camarero había olvidado tener que rellenarle su taza de café, lo que por aquel entonces parecía ser lo normal.
Según descubrió, el camarero podía recordar sin problemas una lista larga de pedidos aún pendientes de servir, mientras que no recordaba nada de los pedidos recién servidos y ya completados.
Es decir, el camarero sólo recordaba la información de los pedidos que estaban en proceso de servirse. Una vez completado el pedido se olvidaba rápidamente de éste.
A raíz de este suceso, Bluma decidió profundizar en su estudio del tema hasta que desarrolló la teoría que hoy lleva su nombre.

El efecto Zeigarnik

Ya en el laboratorio, Bluma (a quien ves en la imagen de abajo) llevó a cabo un sencillo experimento que confirmaría sus sospechas.
El test consistió en pedir a un grupo de estudiantes que llevaran a cabo una serie de tareas (rompecabezas, tareas manuales, problemas de aritmética, etc.), con la especialidad que en determinadas tareas se les interrumpía cuando estaban a mitad de camino de resolverlas.
Tras el ejercicio se les preguntó a los estudiantes acerca de las tareas realizadas. Se descubrió que éstos recordaban mucho mejor aquellas tareas incompletas (en las que se les interrumpió) frente a las completadas. En concreto, había casi el doble de probabilidades que recordaran las incompletas frente a las completadas.
Conclusión: las personas recordamos mejor las tareas incompletas o interrumpidas que aquellas tareas ya completadas o que hemos terminado de una sentada.
La razón de ello parece ser que una tarea incompleta o un proyecto inacabado crea en nosotros una tensión que tan sólo es liberada cuando completamos lo que empezamos ( y añado: o bien cuando lo abandonamos por completo).
Esa tensión o carga psicológica consiste en la aparición de una serie de pensamientos molestos o incómodos que experimentamos por el hecho de dejar incompleto un objetivo que hemos perseguido.
Pues bien, esta tensión (carga psicológica por terminar lo que se empieza) actúa como una motivación para terminar esa tarea o proyecto. En otras palabras: buscamos el cierre de aquello que hemos abierto. Es esta tensión la que hace que recordemos mejor lo inacabado a lo acabado.
Explicada la teoría del Efecto Zeigarnik veamos ahora sus aplicaciones prácticas en los ámbitos de la productividad, del aprendizaje y, como no, del marketing.

1. El Efecto Zeigarnik aplicado a la productividad

Según lo dicho, hay una tendencia o necesidad por terminar lo que se empieza y el no hacerlo genera en nosotros unos pensamientos incómodos que nos acompañan hasta que finalmente lo terminemos.
De ello se extrae una valiosa lección de productividad: la mejor forma de dejar de posponer las tareas importantes es simplemente empezarlas.
Dicho así parece poca cosa pero créeme que no lo es.

La resistencia que te hace posponer las cosas

Cuando tenemos una tarea o proyecto que queremos llevar a cabo aparece una resistencia que nos impide ponernos manos a la obra.
Esta resistencia aparece por lo difícil o trabajoso que mentalmente imaginamos que va a ser para nosotros el completar la tarea o proyecto.
A mayor complejidad de la tarea mayor será también la resistencia a la que nos enfrentemos y más difícil para nosotros zafarnos de ella.
Pues bien, gracias a Zeigarnik y a su teoría, ahora sabemos que la mejor forma de completar algo es simplemente empezar.
No importa por donde empieces, simplemente siéntate y empieza por donde sea.

Endúlzate el camino

Empieza por algo sencillo y fácil, algo que produzca en ti muy poca resistencia, algo que puedas hacer con gusto o facilidad.
Sin darte cuenta algo en tu interior te motivará para seguir (superando cada vez obstáculos mayores) hasta que termines con lo que has empezado.
Esto es aplicable tanto para proyectos grandes (empieza el proyecto haciendo algo que te apetezca o sea fácil) como para tareas menores del día a día (siéntate y empiézala simplemente dando el primer paso).
Por ejemplo, si yo antes de escribir mis artículos pensara en todo el esfuerzo que me va a suponer terminarlos nunca empezaría. Demasiado trabajo, demasiada resistencia. En vez de ello, me limito a escribir un título provisional. “Eso puedo hacerlo”. Luego simplemente me pido escribir el párrafo de introducción. “Eso puedo hacerlo”. Y así hasta que termino.

2. El Efecto Zeigarnik aplicado al aprendizaje

Si según hemos visto, recordamos mucho mejor aquello que hemos dejado incompleto a lo completado, tal vez dejar las cosas a medias tenga su sentido.
Me explico. En vez de estudiar algo de cabo a rabo de una sentada sería mejor que cada cierto tiempo descansaras y te dedicaras a hacer por un rato otras cosas. Según se ha visto, eso tiene efectos beneficiosos en tu retención.
Por ejemplo, algo de ejercicio, lectura de una novela o revista, pasear, comer algo, escuchar música, etc. Nunca sentarse a ver la TV o a mirar vídeos en Youtube, salvo que sean de mi canal :) .
Otra aplicación del Efecto Zeigarnik en el aprendizaje es dejar el estudio (cuando tengas que hacerlo) en un punto que despierte en ti curiosidad por saber más.
Con ello, te aseguras la motivación necesaria para que puedas retomar el estudio sin problemas desde donde lo dejaste la última vez.
Por ejemplo, en vez de terminar de leerme el capítulo entero antes de irme a dormir o antes de cenar voy a dejarlo aquí mismo porque este punto despierta en mí curiosidad por terminarlo. Gracias a ello, recordaré que dejé inacabado un capítulo y estaré motivado para retomar la actividad de lectura sin apenas esfuerzo.
En cuanto a la enseñanza, los profesores tienen dos aplicaciones muy claras del Efecto Zeigarnik.
La primera, terminar la clase con una idea abierta, sin concluir, que despierte curiosidad en el estudiante. Esta idea se cerrará en la próxima sesión con tu explicación.
La segunda, pedir a aquellos estudiantes que les cuesta hacer los ejercicios que simplemente empiecen haciendo una pequeña parte de la tarea asignada. Así rebajas su resistencia y consigues que al menos empiecen a trabajar, momento en el cual el Efecto Zeigarnik entrará en juego para motivarles para que terminen toda la tarea.

3. El Efecto Zeigarnik aplicado al marketing

La teoría del Efecto Zeigarnik se ha usado en el marketing desde antiguo.
Su uso básicamente consiste en presentar una idea incompleta para crear en el receptor del mensaje una tensión que le motive a realizar una acción tendente a completar esa idea. Recuerda: nuestra mente necesita cerrar lo que hay abierto.
Los ejemplos son de lo más variado, veamos algunos:
1. El trailer de una película.
2. El momento final de suspense de un capítulo de series como Lost, Spartacus o la más actual Game of Thrones (esto recibe el nombre de cliffhanger).
3. El título de un artículo como “10 Cosas Curiosas de Google que Tú No Sabías”.
4. En email marketing. El email tiene un asunto abierto que despierta curiosidad, como estos: “Estoy convencido de que esto es así”; o bien, “Lo único que importa es. . .”. El uso de los puntos suspensivos ayuda visualmente a la idea de mensaje incompleto que continúa si abres el email.
5. En vídeo marketing. En una primera parte del vídeo dejas una idea abierta (por ejemplo, muestras un truco de magia), en la segunda parte cierras la idea (explicas cómo se hace el truco) y, por último, de nuevo abres una idea y las dejas inconclusa (si quieres más trucos explicados al detalle haz X acción, por ejemplo, ve a mi página web o deja tu email en el formulario o compra mi libro, etc.). Mira Jay Jay cómo lo hace.
6. En el marketing de artículos. Tu artículo no es más que una introducción del tema. Explicas lo justo para despertar el interés del lector. Ahora, si éste quiere saber el tema en todo su desarrollo y obtener respuesta a sus preguntas va a tener que seguir el enlace que le has dejado.
7. En copywriting. En las cartas de venta continuamente se dejan ideas inconclusas para generar en el lector dos clases distintas de respuestas: (1) seguir leyendo el texto que sigue; y (2), comprar el producto o contratar el servicio que se oferta (o cualquier otra acción deseada como dejar su email en un formulario).
8. En presentaciones o conferencias es también muy común el dejar ideas abiertas para cerrarlas más adelante en la exposición y, con ello, se aseguran de que la audiencia sigue atenta a lo que dicen en todo momento.
9. Y un largo ETC de aplicaciones que no me es posible enumerarlas todas aquí.
Como has podido comprobar, el Efecto Zeigarnik tiene muchas y diferentes aplicaciones de lo más útiles para ti y para tu negocio.
Pero esto no es más que la superficie del asunto. La verdadera utilidad de este Efecto no reside en saber su teoría sino en ponerla en práctica siempre que puedas.
Un consejo, observa cómo otros se sirven de las ideas inconclusas en escritos, en  presentaciones, en películas o series, en programas de televisión o radio, en anuncios publicitarios, etc.

martes, 22 de noviembre de 2011

domingo, 20 de noviembre de 2011

La prueba del bombón - The marshmallow test

La gratificación diferida y la retardada denota la habilidad de una persona de esperar una orden para obtener algo que él o ella quieren. Este atributo intelectual es también llamado en la economía control de los impulsos, fuerza de voluntad y control de sí mismo. Psicológicamente el buen control de los impulsos es considerado un rasgo de personalidad positiva, que el psicólogo Daniel Goleman indica como un rasgo importante en la inteligencia emocional. Por otra parte, las personas que carecen de este rasgo psicológico se dicen que necesitan una gratificación instantánea y podrían sufrir de un pobre control de los impulsos.

La prueba del bombón de Stanford indica que el control de impulsos bien podría ser psicológicamente importante para el logro académico y el éxito en la vida adulta. El experimento del bombón de Stanford fue un estudio sobre la satisfacción aplazada llevado a cabo en 1972 por el psicólogo Walter Mischel de la Universidad de Stanford. Un bombón se le ofreció a cada niño y se le prometía que si podía resistírse a comer el malvavisco le darían dos en vez de uno. Los científicos analizaron el tiempo en que cada niño resistió la tentación de comer el bombón, y si ello tuvo un efecto en su éxito futuro. Aunque el experimento se ha repetido muchas veces desde entonces, el estudio original de Stanford ha sido considerado "uno de los experimentos sobre el comportamiento de más éxito".

Este experimento tiene sus raíces en Trinidad, donde los diferentes grupos étnicos que viven en la isla presentaban varios tipos de comportamiento. Se realizó un experimento similar al experimento de malvavisco, aunque con una barra de chocolate, y se descubrió que la etnicidad no afectaba a la gratificación diferida, mientras que los estratos sociales y económicos si lo hacían.

El propósito del estudio original era entender como, el control de la gratificación diferida, (la habilidad de esperar para obtener algo que uno quiere) se desarrolla en los niños. El experimento original se llevó a cabo en la Escuela Infantil Bing ubicado en la Universidad de Stanford, con niños de la edad de cuatro a seis años como sujetos de prueba. Los niños fueron conducidos a una habitación libre de distracciones, donde se colocó un bombón en una mesa, junto a una silla. Los niños podían comer el malvavisco, dijeron los investigadores, pero si esperaban durante quince minutos sin ceder a la tentación serían recompensados con un segundo malvavisco.

Se observó como algunos niños se tapaban los ojos, o se daban la vuelta para no ver el bombón, otros empezaban a patear la mesa, oler el malvavisco y besárlo, mientras que otros simplemente se lo comieron al instante en el que el investigador dejó la habitación.

En más de 600 niños que participaron en el experimento, una minoría se comió el malvavisco inmediatamente. De aquellos que intentaron no caer en la tentación de comérselo, un tercio aguanto lo suficiente para obtener la gratificación prometida; la edad fue un factor determinante.

Fue el resultado del estudio que tendría lugar muchos años después lo que sorprendió a los investigadores. El primer estudio de seguimiento realizado en 1988 demostró que los niños en edad pre-escolar, quienes aguantaron la tentación de comerse el malvavisco, fueron descritos 10 años después por sus padres como adolescentes significativamente más competentes. Un segundo estudio de seguimiento, en 1990 demostró que la capacidad de demorar la gratificación también se correlaciona con una mayor puntuación en el SAT (prueba de admisión a universidades norteamericanas).

Un estudio en este año, de los mismos participantes indica que la habilidad ha perdurado hasta este momento en sus vidas. Además imagenes cerebales mostraron diferencias clave entre los dos grupos en dos áreas:. La corteza prefrontal (más activo en los que aguantaron más) y el estriado ventral (un área vinculada a las adicciones).

Del estudio: "Los presentes hallazgos sugieren que un sistema eficaz del control de la atención, como se refleja en los niños de edad pre-escolar con la habilidad de desviar su atención de los objetos tentadores en la tarea de la demora de gratificación, puede compartir un mecanismo común o servir como precursor en la habilidad de inhibir las respuestas de comportamiento y conducta a largo plazo. Además, se ha documentado que el desempeño deficiente en la tarea está asociado con el desarrollo inmaduro de los circuitos fronto-estriatal y afines. Los resultados sugieren que toda la información obtenida puede ser un marcador en el desarrollo posterior de las diferencias individuales en este sistema en la adolescencia y la adustez.


sábado, 19 de noviembre de 2011

APRENDER A COMPARTIR

Un anuncio de dos minutos... y una pregunta ¿cuándo aprendimos a no compartir?...

http://youtu.be/zoREXT8qT7g

viernes, 18 de noviembre de 2011

El efecto dominó de la amabilidad. Birju Pandya


En los últimos años, he estado creando Cartas de la Sonrisa. La premisa tras estas cartas es simple: haz algún acto de generosidad de forma anónima dejando una carta, invitando a quien la reciba que haga lo mismo. Si él o ella lo hacen, la cadena sigue adelante, resultando un efecto dominó de amabilidad por todos lados.
Las Cartas de la Sonrisa tienen efectos infinitamente bonitos. Pequeñas, simples, modestas – aunque también poderosas, porque un pequeño acto de amabilidad puede empezar una larga cadena. A pesar de estas razones, la función principal por la que las utilizo es el cambio sutil que he empezado a experimentar en mi forma de pensar.
Hace poco, leía en el avión un libro interesante sobre financias que un amigo me había regalado.  En cuanto aterrizamos noté un golpecito en el hombro. Era un hombre que quería saber qué me había parecido el libro. Resultó que el hombre había oído hablar del él y tenía curiosidad por leerlo. Le di mi feedback sobre la lectura, pero entonces se me cruzó un pensamiento: porqué no le doy el libro? Por aquél entonces el libro ya no estaba disponible en Estados Unidos, así que se lo di. Evidentemente, el hombre inicialmente lo rechazó, pero insistí tan bien como supe, y después de un estira y afloja, el hombre aceptó el libro con lágrimas en los ojos. Me confesó que le costó mucho entender porqué hice tal cosa, pero que lo pagaría en retorno de algún modo.
Ahora, viendo las cosas en perspectiva, esta historia no significa nada. Quiero decir, fue solamente darle un libro a alguien. Cualquiera puede hacerlo. Pero…ese pensamiento, el “porqué no, simplemente, darle el libro?”, me resultó muy nuevo. Durante los meses siguientes, me he paseado con Cartas de la Sonrisa en el bolsillo. Lo que empezó como una linda conversación, pareció ser una pila de actos de amabilidad que sólo tenía que descargar.
Poco a poco, mi perspectiva empezó a cambiar. En lugar de buscar cómo podía manipular situaciones para mi propio beneficio, tenía la cabeza ocupada intentando encontrar maneras de hacer más feliz a la gente. Las cartas eran de tamaño bolsillo listas para ser una mejor persona! Entonces me di cuenta que no sólo paseaba simples cartas – paseaba un potencial de generosidad en todas mis interacciones.  Todo esto me lleva al día en que le di ese libro a un extraño. De lo ordinario que fue, lo sentí como algo sorprendente. Había experimentado un momento que quise que se transformara en un hábito; cómo si fuera la única manera que existía de actuación. En ese momento, no había ninguna diferencia entre un extraño y un amigo de confianza. Y cuál fue la mejor parte? Que después de darle el libro a ese hombre, la persona que saltaba loca de alegría para el resto del día fui…yo.
Ahora me doy cuenta que he estado, literalmente, configurando mi cerebro: el esfuerzo consistente para hacer pequeñas cosas para los demás es lo que nos lleva a hacer los mayores actos de dar. Lo que es más, ésto lleva a un cambio de perspectiva entre centrarse en los resultados, a centrarse en el proceso. No esperes que el mundo cambie, simplemente da ahora, y cree en el poder de que el acto continuará en todos aquellos que lo vivan.
En mi vida he visto como el efecto dominó lleva a cambios tanto externos como internos. Aunque no necesitemos las Cartas de la Sonrisa para seguir este camino, son una buena excusa!

miércoles, 16 de noviembre de 2011

¿Cómo nos ven los demás?

Enlace de un documental interesante: ¿Cómo nos gusta que nos vean los demás? Una respuesta apresurada diría que, seguramente, nos gusta que nos vean de manera positiva....

sábado, 12 de noviembre de 2011

EL ERMITAÑO

El ermitaño

Macke  August - Un ermitaño con el león


August Macke Un ermitaño con león

 

Se cuenta lo siguiente de un viejo anacoreta o ermitaño, es decir, una de esas personas que por amor a Dios se refugian en la soledad del desierto, del bosque o de las montañas para solamente dedicarse a la  oración y a la penitencia. Se quejaba muchas veces que tenía demasiado quehacer.
La gente preguntó cómo era eso de que en la soledad estuviera con tanto trabajo.
Les contestó: "Tengo que domar a dos halcones, entrenar a dos águilas, mantener quietos a dos conejos, vigilar una serpiente, cargar un asno y someter a un león".
No vemos ningún animal cerca de la cueva donde vives. ¿Dónde están todos estos animales?
Entonces el ermitaño dio una explicación que todos comprendieron.Porque estos animales los tienen todos los hombres, ustedes también.
Los dos halcones, se lanzan sobre todo lo que se les presenta, bueno y malo. Tengo que domarlos para que sólo se lanzan sobre una presa buena, son mis ojos. Las dos águilas con sus garras hieren y destrozan. Tengo que entrenarlas para que sólo se pongan al servicio y ayuden sin herir, son mis dos manos.
Y los conejos quieren ir adonde les plazca, huir de los demás y esquivar las cosas difíciles. Tengo que enseñarles a estar quietos aunque haya un sufrimiento, un problema o cualquier cosa que no me gusta, son mis dos pies.
Lo más difícil es vigilar la serpiente aunque se encuentra    encerrada en una jaula de 32 varillas. Siempre está lista por morder y envenenar a los que la rodean apenas se abre la jaula, si no la vigilo de cerca, hace daño, es mi lengua.
El burro es muy obstinado, no quiere cumplir con su deber. Pretende estar cansado y no quiere llevar su carga de cada día,  es mi cuerpo.
Finalmente necesito domar al león, quiere ser el rey, quiere ser  siempre el primero, es vanidoso y orgulloso, es mi corazón.

viernes, 11 de noviembre de 2011

EL VUELO DE LOS GANSOS

Después de éste parón... que espero que sea el último.... hoy quiero compartir la Fábula de los Gansos... para mí esta historia es muy especial y desde aquí quiero volver a compartirla con esa gran persona y amiga que fue Mariola y con todos vosotros.
http://youtu.be/Fto_5_ejww4

jueves, 13 de octubre de 2011

Es más fácil obtener lo que se desea con una sonrisa que con la punta de la espada. William Shakespeare

El poder de una sonrisa



Hace algunas semanas me topé con esta historia que aparece en "It´s not about money. Unlock your money type to achieve spiritual and financial abundance":
Había una vez un desalentado hombre de pie al lado de una carretera. Una mujer que pasaba por ahí sintió simpatía por él y le dedicó una sonrisa. El hombre, animado por esa inesperada sonrisa decidió entonces escribirle una carta a un viejo amigo con el que hacía mucho tiempo que no hablaba. El amigo se emocionó tanto al recibir la carta que le dio 10 euros a un mendigo que se encontró por la calle.
Ese mismo día, un poco más tarde, el mendigo encontró un cachorro abandonado tiritando en un callejón, usó el dinero para comprarle comida y se lo llevó con él para entrar los dos en calor frente a una fogata. El perrito siguió al mendigo y al caer la noche llegaron frente a una casa con un amplio porche. Pidieron permiso para pasar la noche a la familia que allí vivía porque se avecinaba una tormenta. La familia estuvo de acuerdo y se fueron todos a dormir. De madrugada unos incesantes ladridos del cachorro despertaron a todos. Al buscar la causa de los ladridos se dieron cuenta de que la casa estaba en llamas justo al lado de la habitación del más pequeño de la familia. Fueron capaces de salvar al niño justo a tiempo que creció hasta convertirse en un famoso médico que descubrió un tratamiento para la malaria y acabó salvando millones de vidas. Y todo esto comenzó con una simple sonrisa.

Lo decía José Luis Cortes: “A veces sonreír es la mejor forma de contribuir a cambiar el mundo”. Relato esta historia porque hace ya algunos años un profesional del ámbito de los Recursos Humanos me explicaba que la estrategia básica que una gran empresa del sector de la distribución enseñaba a sus vendedores se resumía en la técnica SBAG (m); esto es:  S (Sonreír); B (Buenos Días); A (Adiós); G (Gracias); m (mirada). 
Hoy sólo me quiero detener en la primera de estas variables: la sonrisa. Pilar Jericó, miembro del Top Ten Management Spain y recientemente premiada con el Manager Forum Speaker 2009, hace cerca de un año publicaba en su web (www.pilarjerico.com) un excelente post con el título: “Sonría, por favor”. Allí escribía: 
¿Qué tienen en común un policía que le para por exceso de velocidad, un guardia de seguridad de un campo de fútbol o un portero de discoteca al que no le gusta la ropa que Ud. lleva? Seguro que se le ocurren varias, pero una de las más probables es la de que ninguno sonríe. La ausencia de sonrisa es una de las mejores maneras para distanciarse emocionalmente y ejercer la autoridad, tantas veces anhelada por los cuerpos de seguridad o por los gorilas de discoteca.
Sonreímos para agradar más que para exteriorizar nuestra felicidad. Esa fue la conclusión del estudio realizado por Kraut y Johnston, observando a personas que sonreían mientras jugaban al boliche, veían un partido de hockey o caminaban por el centro de la ciudad. Curiosamente y en términos generales, las personas sonrieron más cuando se involucraban en interacciones sociales que cuando experimentaban alegría. Los etólogos habían llegado a la misma conclusión. Los chimpancés usan la sonrisa voluntaria para desviar el comportamiento hostil del jefe dominante y para hacerse amigos de otros monos o humanos. Los psicólogos lo confirmaron además observando a los niños: Éstos prefieren acercarse a los extraños que les sonríen.
Y continuaba:
Si la sonrisa es un saludo universal cuya finalidad es la de agradar, la de su ausencia es atemorizar o generar distancias y si no, piense en los policías y en su frío saludo cuando le piden la documentación. De pequeños, la sonrisa de nuestros padres nos va dando seguridad en lo que hacemos. De adultos cuando nos equivocamos o nos avergonzamos socialmente porque hemos dicho algo incorrecto en plena exposición en público, solemos sonreír para rebajar el impacto de nuestro error. Y el hecho de que nos devuelvan la sonrisa, es un refuerzo positivo que necesitamos, en especial cuando alguien tiene poder sobre nosotros. Una forma de elevar abismos entre los empleados consiste en no sonreírles al verlos o al solicitarles alguna tarea. Si desea generar miedo entre su gente, ya conoce la primera regla: No sonría".
Recuerdo que un directivo de un club de fútbol me confesaba que el equipo de asesores de imagen del futbolista inglés David Beckham le había pedido que cuando entrase en un lugar público con más gente, lo hiciese con una sonrisa. Fíjense y verán que siempre lo hace. Eso crea un clima de confianza que genera cercanía; y cuando la  cercanía es mayor los vínculos emocionales también son más fuertes, lo que da lugar a un contexto de comunicación más positivo y agradable (y la comunicación lo es todo) que predispone a un mejor entendimiento entre las partes y facilita que las relaciones fluyan.
También Francisco Belil, Consejero Delegado de Siemens y CEO de la Región Suroeste de Europa del Grupo, nos comentaba en estas mismas páginas cómo cuando fue destinado como expatriado a trabajar a Pittsburgh (USA), a menudo, de regreso a casa paraba a cenar en el mismo restaurante. Una noche, el dueño del local se les acercó para agradecerles la confianza depositada en el restaurante. Belil entonces aprovecho para preguntarle el secreto del exquisito trato con el que el personal atendía a los clientes:
– ¿Qué hace Vd. para contratar estos camareros y que atiendan con tanta amabilidad y servicio?
La respuesta del encargado fue contundente:
– Yo no contrato camareros... contrato gente que sonría y luego les enseño a hacer las mesas.
Para quienes les guste el séptimo arte, en la película “El hijo de la novia“ (2001) de Juan José Campanella, hay una escena (entre los minutos 39 y 43) que refleja muy bien el valor que aporta una sonrisa natural en la atención y servicio al cliente. Cuando el protagonista de la cinta, Rafael (Ricardo Darín), se está pensando seriamente vender el restaurante familiar a la multinacional Marchiolli Internazionale, su padre, Nico Belvedere (Héctor Alterio), le explica a su primogénito cómo gestionaban el local él y su mujer (Norma Aleandro): 
– Este restaurante lo empecé con Norma. Yo cocinaba y ella atendía, era una cuestión de dos. Me acuerdo que siempre discutíamos por qué venía la gente. Ella decía que por la cocina y yo decía que por su atención. Es que Norma era una cosa... Ella sí que era la especialidad de la casa. Con esa sonrisa que tenía, ¡qué cartel luminoso! Imagínate, entraba la gente y se encontraba con esa pintura. Y ahí aparecía la Norma verdadera, más alegre, más luminosa. Y claro el cliente pasaba y creía que había entrado en el paraíso. Entonces ella pedía que la siguieran que les iba a llevar a la mejor mesa, y todos se lo creían, porque si ella te llevaba era la mejor mesa. Te hacía sentir como si fueses el único. Nos reíamos porque cada vez que iba a la cocina, todos, mujeres, niños, hombres... se quedaban embobados mirándola. No sabían si seguían en la Tierra, si era un fantasma... Tenían miedo que no volviera... Y ahí los volvía a sorprender...
Tanto esta cinta como la anécdota de Belil deberían servir de ejemplo a muchas personas (especialmente del sector de la hostelería) que están cara a cara con el cliente y cuyo trato deja bastante que desear. Hay camareros y camareras que cuando atienden parece como mínimo que te están perdonando la vida. Buen recordatorio es la filosofía del Hotel Ritz de Madrid. En una zona reservada para el personal, hay un cartel que dice: «Sonría, es parte del uniforme».
Podríamos poner otros muchos ejemplos, como el eslogan de un conocido anuncio de televisión que proclama: “Sonreír no pasa de moda”. Así es. No sólo no pasa de moda sino que la sonrisa forma parte de la naturaleza humana: “Toda la gente sonríe en el mismo lenguaje” (Morris Mandel). No conoce fronteras, ni culturas, ni razas, ni edades, ni estatus, ni sexo... Nos conecta emocionalmente a todos sin excepción con independencia de la latitud en que nos encontremos. Jody Shields en “Smile: it´s good for you!” (1991) explica: “Las personas pueden crear un ambiente alegre y lleno de felicidad con el simple acto de sonreír. Sonreír provoca una carga electrónica en el cerebro, que produce alegría y transmite este sentimiento a las personas que miran a quién sonríe”.
Sonreír es, probablemente, el signo más evidente de bienestar con uno mismo, con los demás, y con la vida en general. “Si no sabes sonreír – aseguraba Phil Bosmans– es que no sabes vivir“. Escuchando estas palabras no es extraño que Tomás de Iriarte concluyese que “la sonrisa es el idioma universal de los hombres inteligentes”. 
Habitualmente la persona que no sonríe es porque por algún motivo no se siente a gusto consigo misma. ¿Cómo califica la prensa la recuperación de algún personaje conocido después de alguna desgracia, ya sea un accidente, una enfermedad, una ruptura matrimonial o el fallecimiento de un familiar? Con estas palabras: “Vuelve a sonreír”. 
El poder de una sonrisa puede llegar a ser incalculable como escribe Frank Irvin Fletcher en su famoso poema “El valor de la sonrisa“. Entre otras cosas, dice: “Crea felicidad en el hogar, / favorece el trato en las reuniones / y la cortesía entre los amigos. / Elimina el cansancio, / es amanecer del desánimo, / crepúsculo de la tristeza / y el mejor antídoto natural para los problemas“. Y es que como los psicólogos David G. Myers y Ed Diener han constatado, “las desgracias y los golpes de fortuna ejercen una influencia pasajera sobre el estado de ánimo, que suele regresar a su nivel habitual, como muy tarde, al año del fallecimiento de un familiar, de un premio en la lotería, de un salto profesional… o a partir de una simple sonrisa”.
A pesar de todo lo apuntado, la sonrisa, por desgracia, no abunda todo lo que sería deseable. Salvador García, profesor de la Universidad de Barcelona, nos manifestaba: 
La falta de sonrisa comienza a ser preocupante. Los rostros de las personas, que reflejan su alma, empiezan a manifestar estados epidémicos de insatisfacción; son tristes, encorsetados y asustados. Uno de los proyectos en los que estoy implicado ahora desde “Eutôpia-Consultores sin Fronteras“ consiste en la promoción de la sonrisa en un Centro de Atención Primaria de Salud a nivel comunitario para invitar a la gente que se mire a los ojos y sonrían... Tratamos de fomentar el sonrising, el deporte de sonreír, que puede añadir enorme  valor a las interacciones sociales como  fuente de salud.
Evidentemente, la sonrisa debe ser natural, sincera y no forzada (el cinismo está de moda), porque todo lo que no lleva el sello de la autenticidad, suele estar condenado al fracaso. Lo que triunfa son las sonrisas que nacen de lo hondo del corazón. Por ello, si tiene que seleccionar personal para su negocio, sobre todo si es de cara al público, busque personas que “sonrían por vocación“. Se puede enseñar a sonreír, claro sí, pero es mejor y más rápido rodearse de personas que lo hacen desde el convencimiento. Como sentencia un proverbio chino: “La persona que no sabe sonreír no debe abrir tienda”.
ESCRITO POR FRANCISCO ALCAIDE HERNÁNDEZ