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lunes, 28 de noviembre de 2011

Un gran roble

En la plaza central del pueblo debían quitar un gran roble que con el paso de los años se había convertido en un símbolo del lugar. Hasta en el escudo del pueblo se dibujaba su silueta. El roble se había enfermado de un extraño virus. Corría el riesgo de caerse y de contagiar a los árboles más cercanos. Ya se había hecho todo lo posible por salvarlo y la triste determinación de derribarlo provocaba en los vecinos una profunda sensación de impotencia.

No es fácil determinar la causa de un problema y no es el camino más agradable tomar la decisión de solucionarlo.

Los leñadores llegaron una mañana con sierras automáticas y hachas. Los vecinos se reunieron en la plaza para presenciar su caída. Esperaban oír el estrépito producido por el choque del inmenso árbol contra el suelo. Suponían que los hombres empezarían a cortarlo por el tronco principal en un lugar lo más pegado a la tierra. Pero en vez de esto los hombres colocaron escaleras y comenzaron a podar las ramas más altas. En ese orden de arriba hacia abajo cortaron desde las más pequeñas hasta las más grandes.

Así cuando terminaron con la copa del árbol, sólo quedaba el tronco central, y en poco tiempo más aquel poderoso roble yacía cuidadosamente cortado en el suelo. El sol ahora cubría el centro del parque, su sombra ya no existía, era como si no hubiera tardado medio siglo en crecer, como si nunca hubiera estado allí.

Los vecinos preguntaron por qué los hombres se habían tomado tanto tiempo y trabajo para derribarlo. El más experimentado leñador explicó: cortando el árbol cerca del suelo, antes de quitar las ramas, se vuelve incontrolable y en su caída puede quebrar los árboles más cercanos o producir otros destrozos. Es más fácil manejar un árbol cuando más pequeño se le hace.

"Debemos aprender a ser buenos leñadores de nuestro inmenso árbol de la preocupación, que durante tantos años hemos hecho crecer en cada uno de nosotros, podremos talarlo mejor si  lo hacemos lo mas pequeño posible. Para lograrlo, podemos empezar por podar los pequeños obstáculos que nos impiden el disfrutar de cada día y así ir quitando el temor de que en el intento de librarnos de éstos y mejorar, todo se derrumbe.

En ese orden, quitando del comienzo los pequeños problemas podemos, gradualmente, ir llegando al tronco principal de nuestras preocupaciones. Para cambiar hay que realizar una tarea a la vez, quitar las ramas de la preocupación de una en una, ocuparnos y no preocuparnos. Reconocer nuestros errores y tener el valor para enfrentarlos, establecer las prioridades y los objetivos en la vida y mantener una verdadera determinación para librarnos poco a poco de todo el peso que nos impide trabajar, crecer, disfrutar y vivir, transformando nuestras ansiedades, miedos y preocupaciones en coraje, esperanza y fe.

viernes, 25 de noviembre de 2011

ANUNCIO

Os deseo un buen fin de semana a todos, no me gusta colgar anuncios en esta página que en un principio he creado para difundir temas de psicología que puedan ser de ayuda en algún momento, pero éste me ha gustado mucho y quiero compartirlo con vosotros. Y agradeceros de corazón que estéis aquí.
http://youtu.be/FGCtNmpxQcw

jueves, 24 de noviembre de 2011

El efecto Zeigarnik

Un artículo sumamente interesante de David Cantone

El café de Viena

Bluma – o su profesor Kurt Lewin, según sea la fuente – se encontraba sentada en un restaurante de Viena tomando un café y observando el comportamiento de un camarero.
Al parecer, este camarero había olvidado tener que rellenarle su taza de café, lo que por aquel entonces parecía ser lo normal.
Según descubrió, el camarero podía recordar sin problemas una lista larga de pedidos aún pendientes de servir, mientras que no recordaba nada de los pedidos recién servidos y ya completados.
Es decir, el camarero sólo recordaba la información de los pedidos que estaban en proceso de servirse. Una vez completado el pedido se olvidaba rápidamente de éste.
A raíz de este suceso, Bluma decidió profundizar en su estudio del tema hasta que desarrolló la teoría que hoy lleva su nombre.

El efecto Zeigarnik

Ya en el laboratorio, Bluma (a quien ves en la imagen de abajo) llevó a cabo un sencillo experimento que confirmaría sus sospechas.
El test consistió en pedir a un grupo de estudiantes que llevaran a cabo una serie de tareas (rompecabezas, tareas manuales, problemas de aritmética, etc.), con la especialidad que en determinadas tareas se les interrumpía cuando estaban a mitad de camino de resolverlas.
Tras el ejercicio se les preguntó a los estudiantes acerca de las tareas realizadas. Se descubrió que éstos recordaban mucho mejor aquellas tareas incompletas (en las que se les interrumpió) frente a las completadas. En concreto, había casi el doble de probabilidades que recordaran las incompletas frente a las completadas.
Conclusión: las personas recordamos mejor las tareas incompletas o interrumpidas que aquellas tareas ya completadas o que hemos terminado de una sentada.
La razón de ello parece ser que una tarea incompleta o un proyecto inacabado crea en nosotros una tensión que tan sólo es liberada cuando completamos lo que empezamos ( y añado: o bien cuando lo abandonamos por completo).
Esa tensión o carga psicológica consiste en la aparición de una serie de pensamientos molestos o incómodos que experimentamos por el hecho de dejar incompleto un objetivo que hemos perseguido.
Pues bien, esta tensión (carga psicológica por terminar lo que se empieza) actúa como una motivación para terminar esa tarea o proyecto. En otras palabras: buscamos el cierre de aquello que hemos abierto. Es esta tensión la que hace que recordemos mejor lo inacabado a lo acabado.
Explicada la teoría del Efecto Zeigarnik veamos ahora sus aplicaciones prácticas en los ámbitos de la productividad, del aprendizaje y, como no, del marketing.

1. El Efecto Zeigarnik aplicado a la productividad

Según lo dicho, hay una tendencia o necesidad por terminar lo que se empieza y el no hacerlo genera en nosotros unos pensamientos incómodos que nos acompañan hasta que finalmente lo terminemos.
De ello se extrae una valiosa lección de productividad: la mejor forma de dejar de posponer las tareas importantes es simplemente empezarlas.
Dicho así parece poca cosa pero créeme que no lo es.

La resistencia que te hace posponer las cosas

Cuando tenemos una tarea o proyecto que queremos llevar a cabo aparece una resistencia que nos impide ponernos manos a la obra.
Esta resistencia aparece por lo difícil o trabajoso que mentalmente imaginamos que va a ser para nosotros el completar la tarea o proyecto.
A mayor complejidad de la tarea mayor será también la resistencia a la que nos enfrentemos y más difícil para nosotros zafarnos de ella.
Pues bien, gracias a Zeigarnik y a su teoría, ahora sabemos que la mejor forma de completar algo es simplemente empezar.
No importa por donde empieces, simplemente siéntate y empieza por donde sea.

Endúlzate el camino

Empieza por algo sencillo y fácil, algo que produzca en ti muy poca resistencia, algo que puedas hacer con gusto o facilidad.
Sin darte cuenta algo en tu interior te motivará para seguir (superando cada vez obstáculos mayores) hasta que termines con lo que has empezado.
Esto es aplicable tanto para proyectos grandes (empieza el proyecto haciendo algo que te apetezca o sea fácil) como para tareas menores del día a día (siéntate y empiézala simplemente dando el primer paso).
Por ejemplo, si yo antes de escribir mis artículos pensara en todo el esfuerzo que me va a suponer terminarlos nunca empezaría. Demasiado trabajo, demasiada resistencia. En vez de ello, me limito a escribir un título provisional. “Eso puedo hacerlo”. Luego simplemente me pido escribir el párrafo de introducción. “Eso puedo hacerlo”. Y así hasta que termino.

2. El Efecto Zeigarnik aplicado al aprendizaje

Si según hemos visto, recordamos mucho mejor aquello que hemos dejado incompleto a lo completado, tal vez dejar las cosas a medias tenga su sentido.
Me explico. En vez de estudiar algo de cabo a rabo de una sentada sería mejor que cada cierto tiempo descansaras y te dedicaras a hacer por un rato otras cosas. Según se ha visto, eso tiene efectos beneficiosos en tu retención.
Por ejemplo, algo de ejercicio, lectura de una novela o revista, pasear, comer algo, escuchar música, etc. Nunca sentarse a ver la TV o a mirar vídeos en Youtube, salvo que sean de mi canal :) .
Otra aplicación del Efecto Zeigarnik en el aprendizaje es dejar el estudio (cuando tengas que hacerlo) en un punto que despierte en ti curiosidad por saber más.
Con ello, te aseguras la motivación necesaria para que puedas retomar el estudio sin problemas desde donde lo dejaste la última vez.
Por ejemplo, en vez de terminar de leerme el capítulo entero antes de irme a dormir o antes de cenar voy a dejarlo aquí mismo porque este punto despierta en mí curiosidad por terminarlo. Gracias a ello, recordaré que dejé inacabado un capítulo y estaré motivado para retomar la actividad de lectura sin apenas esfuerzo.
En cuanto a la enseñanza, los profesores tienen dos aplicaciones muy claras del Efecto Zeigarnik.
La primera, terminar la clase con una idea abierta, sin concluir, que despierte curiosidad en el estudiante. Esta idea se cerrará en la próxima sesión con tu explicación.
La segunda, pedir a aquellos estudiantes que les cuesta hacer los ejercicios que simplemente empiecen haciendo una pequeña parte de la tarea asignada. Así rebajas su resistencia y consigues que al menos empiecen a trabajar, momento en el cual el Efecto Zeigarnik entrará en juego para motivarles para que terminen toda la tarea.

3. El Efecto Zeigarnik aplicado al marketing

La teoría del Efecto Zeigarnik se ha usado en el marketing desde antiguo.
Su uso básicamente consiste en presentar una idea incompleta para crear en el receptor del mensaje una tensión que le motive a realizar una acción tendente a completar esa idea. Recuerda: nuestra mente necesita cerrar lo que hay abierto.
Los ejemplos son de lo más variado, veamos algunos:
1. El trailer de una película.
2. El momento final de suspense de un capítulo de series como Lost, Spartacus o la más actual Game of Thrones (esto recibe el nombre de cliffhanger).
3. El título de un artículo como “10 Cosas Curiosas de Google que Tú No Sabías”.
4. En email marketing. El email tiene un asunto abierto que despierta curiosidad, como estos: “Estoy convencido de que esto es así”; o bien, “Lo único que importa es. . .”. El uso de los puntos suspensivos ayuda visualmente a la idea de mensaje incompleto que continúa si abres el email.
5. En vídeo marketing. En una primera parte del vídeo dejas una idea abierta (por ejemplo, muestras un truco de magia), en la segunda parte cierras la idea (explicas cómo se hace el truco) y, por último, de nuevo abres una idea y las dejas inconclusa (si quieres más trucos explicados al detalle haz X acción, por ejemplo, ve a mi página web o deja tu email en el formulario o compra mi libro, etc.). Mira Jay Jay cómo lo hace.
6. En el marketing de artículos. Tu artículo no es más que una introducción del tema. Explicas lo justo para despertar el interés del lector. Ahora, si éste quiere saber el tema en todo su desarrollo y obtener respuesta a sus preguntas va a tener que seguir el enlace que le has dejado.
7. En copywriting. En las cartas de venta continuamente se dejan ideas inconclusas para generar en el lector dos clases distintas de respuestas: (1) seguir leyendo el texto que sigue; y (2), comprar el producto o contratar el servicio que se oferta (o cualquier otra acción deseada como dejar su email en un formulario).
8. En presentaciones o conferencias es también muy común el dejar ideas abiertas para cerrarlas más adelante en la exposición y, con ello, se aseguran de que la audiencia sigue atenta a lo que dicen en todo momento.
9. Y un largo ETC de aplicaciones que no me es posible enumerarlas todas aquí.
Como has podido comprobar, el Efecto Zeigarnik tiene muchas y diferentes aplicaciones de lo más útiles para ti y para tu negocio.
Pero esto no es más que la superficie del asunto. La verdadera utilidad de este Efecto no reside en saber su teoría sino en ponerla en práctica siempre que puedas.
Un consejo, observa cómo otros se sirven de las ideas inconclusas en escritos, en  presentaciones, en películas o series, en programas de televisión o radio, en anuncios publicitarios, etc.

martes, 22 de noviembre de 2011

domingo, 20 de noviembre de 2011

La prueba del bombón - The marshmallow test

La gratificación diferida y la retardada denota la habilidad de una persona de esperar una orden para obtener algo que él o ella quieren. Este atributo intelectual es también llamado en la economía control de los impulsos, fuerza de voluntad y control de sí mismo. Psicológicamente el buen control de los impulsos es considerado un rasgo de personalidad positiva, que el psicólogo Daniel Goleman indica como un rasgo importante en la inteligencia emocional. Por otra parte, las personas que carecen de este rasgo psicológico se dicen que necesitan una gratificación instantánea y podrían sufrir de un pobre control de los impulsos.

La prueba del bombón de Stanford indica que el control de impulsos bien podría ser psicológicamente importante para el logro académico y el éxito en la vida adulta. El experimento del bombón de Stanford fue un estudio sobre la satisfacción aplazada llevado a cabo en 1972 por el psicólogo Walter Mischel de la Universidad de Stanford. Un bombón se le ofreció a cada niño y se le prometía que si podía resistírse a comer el malvavisco le darían dos en vez de uno. Los científicos analizaron el tiempo en que cada niño resistió la tentación de comer el bombón, y si ello tuvo un efecto en su éxito futuro. Aunque el experimento se ha repetido muchas veces desde entonces, el estudio original de Stanford ha sido considerado "uno de los experimentos sobre el comportamiento de más éxito".

Este experimento tiene sus raíces en Trinidad, donde los diferentes grupos étnicos que viven en la isla presentaban varios tipos de comportamiento. Se realizó un experimento similar al experimento de malvavisco, aunque con una barra de chocolate, y se descubrió que la etnicidad no afectaba a la gratificación diferida, mientras que los estratos sociales y económicos si lo hacían.

El propósito del estudio original era entender como, el control de la gratificación diferida, (la habilidad de esperar para obtener algo que uno quiere) se desarrolla en los niños. El experimento original se llevó a cabo en la Escuela Infantil Bing ubicado en la Universidad de Stanford, con niños de la edad de cuatro a seis años como sujetos de prueba. Los niños fueron conducidos a una habitación libre de distracciones, donde se colocó un bombón en una mesa, junto a una silla. Los niños podían comer el malvavisco, dijeron los investigadores, pero si esperaban durante quince minutos sin ceder a la tentación serían recompensados con un segundo malvavisco.

Se observó como algunos niños se tapaban los ojos, o se daban la vuelta para no ver el bombón, otros empezaban a patear la mesa, oler el malvavisco y besárlo, mientras que otros simplemente se lo comieron al instante en el que el investigador dejó la habitación.

En más de 600 niños que participaron en el experimento, una minoría se comió el malvavisco inmediatamente. De aquellos que intentaron no caer en la tentación de comérselo, un tercio aguanto lo suficiente para obtener la gratificación prometida; la edad fue un factor determinante.

Fue el resultado del estudio que tendría lugar muchos años después lo que sorprendió a los investigadores. El primer estudio de seguimiento realizado en 1988 demostró que los niños en edad pre-escolar, quienes aguantaron la tentación de comerse el malvavisco, fueron descritos 10 años después por sus padres como adolescentes significativamente más competentes. Un segundo estudio de seguimiento, en 1990 demostró que la capacidad de demorar la gratificación también se correlaciona con una mayor puntuación en el SAT (prueba de admisión a universidades norteamericanas).

Un estudio en este año, de los mismos participantes indica que la habilidad ha perdurado hasta este momento en sus vidas. Además imagenes cerebales mostraron diferencias clave entre los dos grupos en dos áreas:. La corteza prefrontal (más activo en los que aguantaron más) y el estriado ventral (un área vinculada a las adicciones).

Del estudio: "Los presentes hallazgos sugieren que un sistema eficaz del control de la atención, como se refleja en los niños de edad pre-escolar con la habilidad de desviar su atención de los objetos tentadores en la tarea de la demora de gratificación, puede compartir un mecanismo común o servir como precursor en la habilidad de inhibir las respuestas de comportamiento y conducta a largo plazo. Además, se ha documentado que el desempeño deficiente en la tarea está asociado con el desarrollo inmaduro de los circuitos fronto-estriatal y afines. Los resultados sugieren que toda la información obtenida puede ser un marcador en el desarrollo posterior de las diferencias individuales en este sistema en la adolescencia y la adustez.


sábado, 19 de noviembre de 2011

APRENDER A COMPARTIR

Un anuncio de dos minutos... y una pregunta ¿cuándo aprendimos a no compartir?...

http://youtu.be/zoREXT8qT7g

viernes, 18 de noviembre de 2011

El efecto dominó de la amabilidad. Birju Pandya


En los últimos años, he estado creando Cartas de la Sonrisa. La premisa tras estas cartas es simple: haz algún acto de generosidad de forma anónima dejando una carta, invitando a quien la reciba que haga lo mismo. Si él o ella lo hacen, la cadena sigue adelante, resultando un efecto dominó de amabilidad por todos lados.
Las Cartas de la Sonrisa tienen efectos infinitamente bonitos. Pequeñas, simples, modestas – aunque también poderosas, porque un pequeño acto de amabilidad puede empezar una larga cadena. A pesar de estas razones, la función principal por la que las utilizo es el cambio sutil que he empezado a experimentar en mi forma de pensar.
Hace poco, leía en el avión un libro interesante sobre financias que un amigo me había regalado.  En cuanto aterrizamos noté un golpecito en el hombro. Era un hombre que quería saber qué me había parecido el libro. Resultó que el hombre había oído hablar del él y tenía curiosidad por leerlo. Le di mi feedback sobre la lectura, pero entonces se me cruzó un pensamiento: porqué no le doy el libro? Por aquél entonces el libro ya no estaba disponible en Estados Unidos, así que se lo di. Evidentemente, el hombre inicialmente lo rechazó, pero insistí tan bien como supe, y después de un estira y afloja, el hombre aceptó el libro con lágrimas en los ojos. Me confesó que le costó mucho entender porqué hice tal cosa, pero que lo pagaría en retorno de algún modo.
Ahora, viendo las cosas en perspectiva, esta historia no significa nada. Quiero decir, fue solamente darle un libro a alguien. Cualquiera puede hacerlo. Pero…ese pensamiento, el “porqué no, simplemente, darle el libro?”, me resultó muy nuevo. Durante los meses siguientes, me he paseado con Cartas de la Sonrisa en el bolsillo. Lo que empezó como una linda conversación, pareció ser una pila de actos de amabilidad que sólo tenía que descargar.
Poco a poco, mi perspectiva empezó a cambiar. En lugar de buscar cómo podía manipular situaciones para mi propio beneficio, tenía la cabeza ocupada intentando encontrar maneras de hacer más feliz a la gente. Las cartas eran de tamaño bolsillo listas para ser una mejor persona! Entonces me di cuenta que no sólo paseaba simples cartas – paseaba un potencial de generosidad en todas mis interacciones.  Todo esto me lleva al día en que le di ese libro a un extraño. De lo ordinario que fue, lo sentí como algo sorprendente. Había experimentado un momento que quise que se transformara en un hábito; cómo si fuera la única manera que existía de actuación. En ese momento, no había ninguna diferencia entre un extraño y un amigo de confianza. Y cuál fue la mejor parte? Que después de darle el libro a ese hombre, la persona que saltaba loca de alegría para el resto del día fui…yo.
Ahora me doy cuenta que he estado, literalmente, configurando mi cerebro: el esfuerzo consistente para hacer pequeñas cosas para los demás es lo que nos lleva a hacer los mayores actos de dar. Lo que es más, ésto lleva a un cambio de perspectiva entre centrarse en los resultados, a centrarse en el proceso. No esperes que el mundo cambie, simplemente da ahora, y cree en el poder de que el acto continuará en todos aquellos que lo vivan.
En mi vida he visto como el efecto dominó lleva a cambios tanto externos como internos. Aunque no necesitemos las Cartas de la Sonrisa para seguir este camino, son una buena excusa!

miércoles, 16 de noviembre de 2011

¿Cómo nos ven los demás?

Enlace de un documental interesante: ¿Cómo nos gusta que nos vean los demás? Una respuesta apresurada diría que, seguramente, nos gusta que nos vean de manera positiva....

sábado, 12 de noviembre de 2011

EL ERMITAÑO

El ermitaño

Macke  August - Un ermitaño con el león


August Macke Un ermitaño con león

 

Se cuenta lo siguiente de un viejo anacoreta o ermitaño, es decir, una de esas personas que por amor a Dios se refugian en la soledad del desierto, del bosque o de las montañas para solamente dedicarse a la  oración y a la penitencia. Se quejaba muchas veces que tenía demasiado quehacer.
La gente preguntó cómo era eso de que en la soledad estuviera con tanto trabajo.
Les contestó: "Tengo que domar a dos halcones, entrenar a dos águilas, mantener quietos a dos conejos, vigilar una serpiente, cargar un asno y someter a un león".
No vemos ningún animal cerca de la cueva donde vives. ¿Dónde están todos estos animales?
Entonces el ermitaño dio una explicación que todos comprendieron.Porque estos animales los tienen todos los hombres, ustedes también.
Los dos halcones, se lanzan sobre todo lo que se les presenta, bueno y malo. Tengo que domarlos para que sólo se lanzan sobre una presa buena, son mis ojos. Las dos águilas con sus garras hieren y destrozan. Tengo que entrenarlas para que sólo se pongan al servicio y ayuden sin herir, son mis dos manos.
Y los conejos quieren ir adonde les plazca, huir de los demás y esquivar las cosas difíciles. Tengo que enseñarles a estar quietos aunque haya un sufrimiento, un problema o cualquier cosa que no me gusta, son mis dos pies.
Lo más difícil es vigilar la serpiente aunque se encuentra    encerrada en una jaula de 32 varillas. Siempre está lista por morder y envenenar a los que la rodean apenas se abre la jaula, si no la vigilo de cerca, hace daño, es mi lengua.
El burro es muy obstinado, no quiere cumplir con su deber. Pretende estar cansado y no quiere llevar su carga de cada día,  es mi cuerpo.
Finalmente necesito domar al león, quiere ser el rey, quiere ser  siempre el primero, es vanidoso y orgulloso, es mi corazón.

viernes, 11 de noviembre de 2011

EL VUELO DE LOS GANSOS

Después de éste parón... que espero que sea el último.... hoy quiero compartir la Fábula de los Gansos... para mí esta historia es muy especial y desde aquí quiero volver a compartirla con esa gran persona y amiga que fue Mariola y con todos vosotros.
http://youtu.be/Fto_5_ejww4