Bernard Ferrari, en el boletín del mes de febrero de Mc Kinsey plantea en el artículo
“Guía ejecutiva para escuchar mejor” alguna de las ideas sobre cómo escuchar
adecuadamente.
La escucha activa es una de las competencias más decisivas para nuestro
éxito tanto personal como profesional ya que nos puede proporcionar información útil para generar nuevas perspectivas e ideas.
Escuchar es una capacidad natural del ser humano, y
la falta de escucha nos hace actuar
contra nuestra naturaleza y aislándonos de los demás. Escuchar ayuda a conectarnos y a ser conscientes de la
realidad en la que estamos sumergidos. Refuerza el establecer diálogos con
nuestros iguales, para así construir proyectos que nos acerquen a mejores
futuros.
Escuchar facilita la empatía, y nos da una conexión
con las emociones de las personas cercanas y no tan cercanas.
Tres son los consejos que Bernard Ferrari da al
respecto del arte de escuchar, con la finalidad de mejorar nuestras habilidades
de escucha.
1.- El primero está relacionado con el respeto: no escuchar desde el
respeto ni mostrar respeto hacia nuestros interlocutores distorsiona la
conversación y deteriora nuestras relaciones. Ese respeto se demuestra cuando
se cree que las aportaciones de los demás son muy enriquecedoras. Esa actuación
ayuda a que afloren libremente las ideas y se estimule la innovación y
creatividad de todos. El respeto está vinculado a la humildad. Y con humildad
me refiero en sabernos aprendices y que como todo buen aprendiz sabe se aprende
en cualquier circunstancia. Los mayoría de grandes personajes admirables eran
grandes “escuchadores” y observadores.
2.- El segundo está
conectado con el silencio: la conversación es una oportunidad para
pensar juntos, no para imponer nuestras ideas o para dar a conocer nuestro
status, de ahí la necesidad de respetar un espacio de silencio donde el otro
pueda procesar sus opiniones y sus ideas.
Mantenerse callado y
utilizar los silencios para que los demás puedan aprovechar para expresar sus
opiniones. La regla a aplicar sería del 80/20. El 80% del tiempo escuchando y
el 20% del mismo hablando. Aunque empleando parte de ese 20% a hacer preguntas al interlocutor, en
lugar de hablar de nosotros. Diremos que no resulta fácil contener el impulso
natural a hablar, pero si se controla con paciencia y práctica la calidad de
las conversaciones irá aumentando . Al estar callados también podemos tener la
oportunidad de observar a nuestro interlocutor y analizar su comunicación no
verbal y lo que ésta puede estar transmitiendo.
3.- Finalmente la escucha
debe estar abierta a la posibilidad de desafiar y revisar nuestras creencias
y las de nuestros interlocutores. Sobre todo aquellas creencias que nos limitan
y nos alejan de nuestra capacidad de lograr nuestras metas.
Indagar y cuestionar
lo que subyace bajo la superficie de cada conversación. Es necesario estar
abierto a aceptar ideas que pueden socavar las creencias propias y
abrirse a las posibilidades que ofrecen las conversaciones con otras personas.
En el caso en el que ambos interlocutores en una conversación utilicen los
comportamientos mencionados el autor pronostica que conseguirán unas
conversaciones cortas pero productivas.
Los malos escuchadores.
Ferrari nos presenta seis malos escuchadores (bad
listeners), son una serie de arquetipos que responden a las personas que no saben escuchar
y que es conveniente tener en cuenta en las conversaciones cotidianas. Reconocernos en alguna de ellas puede ayudarnos a detectar qué
comportamientos nos alejan de la escucha y distorsionan nuestras relaciones
personales y profesionales.
El opinador:
El primero de ellos es el opinador. Un opinador
escucha simplemente para determinar si las ideas de los demás coinciden con lo
que él considera que es cierto. El opinador no escucha con la mente abierta,
simplemente se limita a confirmar si sus ideas (su verdad) coinciden con la de
sus interlocutores.
Su opinión es la que es válida, no la de los demás.
Pueden tener buenas intenciones pero pueden incomodar o intimidar a sus interlocutores
ya que van a tender a aplastar las ideas de los demás.
El gruñón:
Por su parte, los gruñones son personas que
escuchan desde la creencia de que los demás están equivocados. Escuchan con
desprecio, considerando que la conversación es un mal necesario, lo que
distorsiona la comunicación en las dos direcciones.
El retórico:
Algo parecido sucede con los retóricos. Un retórico
utiliza la conversación para enviar advertencias o para generar respuestas
determinadas, sin escuchar lo que el otro intenta decirle, lo que acaba
atrapando a sus interlocutores en una comunicación en una sola dirección.
El perseverante:
Hay personas que hablan mucho sin decir nada. Definen y ajustan sus ideas
sobre la marcha. Interpretan los pensamientos de los demás de forma que
refuercen sus propias ideas o prejuicios. Producen la sensación de que se están
produciendo dos conversaciones paralelas al mismo tiempo. Ferrari los denomina
los perseverantes, si habla con uno de ellos acabará teniendo la sensación de
que cada uno mantiene una conversación diferente.
El hombre-respuesta:
Entre los enemigos a la escucha podemos
encontrarnos también con los hombres respuesta. Un hombre respuesta es una
persona programada para dar soluciones, incluso antes de que haya habido un
consenso sobre cuál es el problema y o independientemente del tema a tratar. Su
única motivación es la de agradar e impresionar (nunca la de dar soluciones)
Por ello tiene respuestas y réplicas para cualquier objeción o argumento que
podamos plantearles.
El impostor:
Finalmente, los últimos de los malos escuchadores
son los impostores. Un impostor tiene todo el lenguaje corporal de la persona
que está implicada en la conversación en cuerpo y alma. Sin embargo en realidad
ya tiene tomada la decisión previamente y van a actuar posteriormente conforme
a ésta, aunque manifieste que sus intenciones son otras.
Todos ellos tienen un denominador común: no creen
en la escucha ni en el poder de la conversación. No la ven como un espacio
desde el que pensar y crecer conjuntamente. Por el contrario, acuden a la
conversación como si esta fuera una obligación, un mal necesario.
Aubrey Warren , en el boletín CEO on-line de esta semana completa estas ideas destacando que entre las habilidades
efectivas de escucha podemos destacar:
1.- Gestionar las distracciones externas de forma adecuada. Crear el
ambiente adecuado que favorezca la conversación.
2.- Prestar la atención requerida contando con tiempo para ello. Si esto no
es posible se debe posponer la conversación, explicando las causas. De esta
forma se está comunicando respeto tanto hacia el interlocutor como ante el tema
a tratar.
3.- Definir previamente el propósito que se quiere conseguir con la
conversación: demostrar apoyo, animar, aprender, entender los argumentos del
contrario, construir una relación o simplemente practicar las habilidades de
escucha son algunas de las opciones.
4.- Silenciar, tanto la voz como la conversación interna para dejar la
mente abierta y dispuesta a escuchar atentamente.
5.- Hacer preguntas al interlocutor para demostrar que se le escucha y
entiende y clarificar posibles dudas. El aprendizaje requiere reflexión y la
reflexión requiere preguntas.
6.- Animar al interlocutor a que continúe la conversación y profundice en
su exposición por medio de expresiones tales como: “ya veo”, “eso es muy
interesante”, “cuéntame más sobre ese tema”,….
7.- Controlar las emociones, especialmente
si el tema de la conversación es polémico o conflictivo ya que pueden
comprometer la respuesta racional y no reconocer y no reaccionar emocionalmente
ante las emociones de los demás.
Antònia Pulido Fernández
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